En todo tiempo pre-electoral, es común que los diversos partidos políticos, y mucho más los candidatos a la Presidencia de la República, formulen una serie de promesas que en su mayoría son irrealizables y son, simplemente, la cantaleta de todos los que pretenden arribar al poder supremo del país. En este año las promesas menudean en las campañas y, en el caso oficial, se basan en las obras que son inauguradas y se promete que continuarán las políticas llevadas a cabo en ocho años del régimen.
Lo grave de todo este panorama, al menos hasta hoy, es que ninguna de las candidaturas da a conocer sus programas e intenciones; parecería que hay temor al plagio o copiado por parte de alguno de los otros candidatos y de ahí que se esperaría “hasta el último momento” para publicar lo que se piensa y pretende realizar: programas que contemplen la rectificación de lo mal hecho, la realización de obras de infraestructura imprescindibles, el perfeccionamiento de lo bien que se haya hecho hasta ahora y, lo más importante: cuáles son las pretensiones en los campos de la salud y la educación, qué se hará para conseguir capitales financieros, tecnológicos y humanos para ingresar en tiempos de industrialización de tanta materia prima que podemos explotar y que, al menos en parte, exportamos actualmente.
Es muy importante que los diversos candidatos mediten serena y responsablemente sobre las urgentes necesidades del país y también tomen conciencia de que si no ganan en el proceso electoral, compartan con los ganadores los planes e intenciones que tenían, habida cuenta de que ellos están obligados a trabajar desde el llano por el país. Deben tomar conciencia de que los buenos propósitos no deben circunscribirse a la simple campaña o abrigar la seguridad de ganar, sino que están obligados a un servicio que debe ser razón de ser del partido político al cual pertenecen.
Las campañas electorales pueden ser muy buenas mientras se basen en realidades y que se destierre las fantasías e ilusiones simplemente populistas y demagógicas a las que, lamentablemente, están acostumbrados los políticos. Por otra parte, deben entender que sólo en la honestidad de los propósitos y las realizaciones puede radicar la fuerza moral de sus campañas. El conseguir la credibilidad del votante que está inscrito en el Padrón Electoral debe ser prioritario en los sentimientos e intenciones.
Las diferentes candidaturas se harían mucho bien si contaran con candidatos a senadores que realicen campañas, que den a conocer sus intenciones y que sean fruto del voto ciudadano y no, como hasta ahora, por la simple designación “a dedo”, igual que los diputados plurinominales, por el jefe de partido. Infelizmente, la Constitución reza en esa forma; pero será interesante que por propia conveniencia de la política partidista, se reforme la parte correspondiente de la Constitución Política del Estado con objeto de que todos los senadores y diputados sean elegidos por el voto ciudadano; sólo así se podrá tener confianza en lo que hagan en las cámaras legislativas.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |