Bolivia en el punto de partida



Sergio Apaza Vera, entrenador de fútbol.

El país espera que se inicien los proyectos del “nuevo” proceso en los distintos niveles de acción para disponer de todo el tiempo del mundo –que en fútbol nunca es suficiente- en el análisis, el diagnóstico y la puesta en marcha de los planes.

En cuanto el factor tiempo, recordamos perfectamente la opinión de expertos en el tema, que aseguran que no es posible la formación de un buen equipo antes de un par de años de trabajo; como así también que ese equipo se transforme en un gran cuadro antes de 4 o 5 años. Esto, considerando el mejoramiento o por lo menos, la mantención de las condiciones (cuerpo técnico, infraestructura, profesionales de apoyo, etc.) suficientes para acceder en el nivel de alta competencia- o sea, estamos hablando de eliminatorias y Copa América, que forman parte de las mayores aspiraciones de todos los aficionados y autoridades de Bolivia.

La participación de la Selección Nacional de nuestro fútbol en el campo internacional no ha sido muy afortunada a través del casi siglo de competencias de todo tipo.

Cuando mucho hemos conseguido algún título encomiable y el resto han sido frustraciones, algunas de las cuales se han producido en nuestra propia casa.

En estas condiciones, con la carga psicológica sobre sus hombros, la selección de turno enfrenta su futuro, siempre con la esperanza de revertir los resultados y hacerlos más compatibles con la ilusión que tiene todo el pueblo boliviano.

Luego de cada presentación internacional se formulan una gran cantidad de interrogantes, demostrando que existe un número apreciable de enfoques y una visible anarquía analítica para enjuiciar sus cometidos. El juicio popular, sin embargo, se ha detenido en algunas causas que se repiten en el tiempo. En primer lugar, la endeble estructura psicológica para soportar periodos de presión que lucen los jugadores, como así mismo lo contrario: la desmedida valorización de sí mismo que aflora no bien han realizado cometidos exitosos y que motiva una relajación posterior que los conduce a una falta de concentración y al fracaso. Esta constante que se mantiene a despecho de la gran variedad de entrenadores de muy diferente formación y concepciones que la han dirigido, lo que ya debería ser motivo de estudios más profundos por parte de los entrenadores. Esta apreciación la hacemos en el entendido de que el fútbol tiene una enorme connotación popular. Como una forma de adherirnos al estudio de esta problemática, de las causas reales que desde nuestro particular punto de vista, han motivado este estado de situación.

En primer término, habría que advertir la inmensa legión de entrenadores que han dirigido la Selección Nacional. La mayoría extranjeros y algunos nacionales han constituido un número totalmente desproporcionado en relación a los objetivos y planes por desarrollar. Sólo contados profesionales han conseguido alguna permanencia en el tiempo y si comparamos la cantidad de entrenadores nuestros con los cinco o seis que coparon el mismo espacio de tiempo en países desarrollados como Argentina, Alemania, España, podríamos empezar a encontrar la punta de la hebra que nos puede conducir al camino de las soluciones.

La connotación política que tiene el nombramiento del entrenador nacional. Por todos es conocida la concepción que tienen los dirigentes responsables en esta materia para elegir al técnico que está consiguiendo los mejores resultados en el torneo. Muy pocas veces se ha dado el caso de recurrir a hombres que no están figurando en el primerísimo plano competitivo, al momento de seleccionar al responsable. Entonces, la pregunta parece válida: ¿ha dado resultado este criterio directivo? Más aun, ¿los objetivos de los clubes tienen algo que ver con aquellos que persiguen las selecciones? A nuestro entender, estos argumentos deberían pesar para contratar al técnico de nuestra selección.

Otro elemento, de muchos que quedan en el tintero, que crea mucha confusión está relacionado con las formas de juego que practica la selección.

Esto se genera por la tendencia de los técnicos por apoyarse en determinadas líneas y esquemas muy definidos, de acuerdo a la concepción futbolística que tiene cada entrenador, por lo tanto este tema debe ser motivo de estudio y discusión en el seno de la Comisión Seleccionadora, aunque no estaría de más la participación de otra gente que entiende de materias relacionadas con la inteligencia aplicada al juego.

 
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