Visita del Papa y vía crucis de jubilados

Se dice que su Santidad el Papa Francisco está informado de lo que pasa en todo el mundo, y muy especialmente en los países que tiene programado visitar.

Y el ciudadano común no puede menos que preguntarse, ¿el Papa también estará informado del vía crucis por el que están pasando los miles de rentistas jubilados de Bolivia, que son ciudadanos de la tercera edad, es decir ancianos y ancianas, a los que el presidente Evo Morales Aima, y el ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora, en forma dictatorial les suprimieron el pago del doble aguinaldo gestión 2013 y 2014 y, además, el incremento salarial del 10% gestión 2014 y del 8.5% de la gestión 2015. Al quitarles beneficios sociales que por ley les corresponden, los han sumido en una desesperante situación de sobrevivencia humana, e indirectamente los han sentenciado a una muerte lenta por inanición.

Y el ciudadano común espera que a su Santidad el Papa Francisco se le informe sobre semejante atrocidad cometida contra los rentistas jubilados de Bolivia, porque está seguro de que cuando se entere, de inmediato llamará a reflexión a las autoridades, para que enmienden su inhumano proceder y mal agradecimiento con quienes, en sus años mozos, llenos de vida y salud han contribuido con sus conocimientos profesionales y fuerzas de arduo y sacrificado trabajo, a la consolidación de Bolivia.

Y el ciudadano común aclara, una vez más, a quienes ordenaron la supresión del pago de dichos beneficios de ley, que los fondos económicos que cubren el pago de las rentas mensuales, aguinaldos e incrementos salariales han sido y son producto de los intereses que ganan sus ahorros de toda una vida de trabajo, de todos los rentistas jubilados de Bolivia, y no así, entiéndase bien, de fondos del Estado.

Y por último, el ciudadano común lamenta que la visita de su Santidad el Papa Francisco a nuestro país sea de sólo tres días, pues los considera insuficientes para poder conocer la cruda realidad en la que sobreviven muchos de sus habitantes. ¿Qué lástima, verdad?