Sexo, drogas y rock and roll producen el mismo tipo de placer

Gonzalo López Sánchez


Si se bloquea este sistema de opioides, las canciones favoritas se escuchan de forma diferente y dejan de resultar satisfactorias - FOTOLIA.

A veces podemos escuchar una misma canción decenas de veces seguidas sin cansarnos. Cerramos los ojos y disfrutamos de la música como si casi se pudiera tocar. No importan los gustos personales, la música es capaz de generar profundas emociones y de proporcionar placer. Muchos científicos reconocen su valor universal, social y cultural, pero aún no se sabe cómo surgió o cuáles son todos los mecanismos biológicos esenciales para crearla o simplemente disfrutar de ella. También existe el enigma de cuál pudo ser la función que llevó a la música a convertirse un fenómeno característico de los humanos a lo largo de la evolución.

En el laboratorio de Percepción Musical, Cognición y Pericia de la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá, llevan más de dos décadas trabajando en este tipo de cuestiones. Tal como han concluido en un artículo publicado este miércoles en “Scientific Reports”, el placer musical es generado por los mismos mecanismos cerebrales que generan la sensación de satisfacción relacionada con el sexo, las drogas y la comida: el sistema cerebral de los opioides.

“Esta es la primera demostración de que los propios opioides del cerebro están directamente relacionados con el placer musical”, ha dicho el psicólogo Daniel Levitin, primer autor del estudio.

Otros investigadores ya señalaron que un medicamento conocido como naltroxeno, que bloquea algunos de estos receptores de opioides, era capaz de atenuar las sensaciones positivas y negativas provocadas por varias actividades. En esta ocasión, el equipo de Levitin quería verificar que esto también ocurre al escuchar música, para comprobar si los mecanismos cerebrales implicados son los mismos o no.

En esta ocasión los científicos han comprobado que sí, que el naltroxeno puede bloquear el placer musical, por lo que han concluido que “los opioides endógeneos (sustancias producidas en el cerebro y que pueden generar placer o calmar a una persona) son críticos para experimentar emociones positivas o negativas al escuchar música”.

SISTEMAS PARA EL PLACER

Este sistema de los opioides regula numerosas funciones fisiológicas, como la respuesta al estrés, la respiración, el tránsito gastrointestinal, y la función inmune y endocrina, tal como explica una revisión de Julie Le Merrer.

El sistema se basa en un conjunto de tres tipos de receptores, los mu, delta y kappa, que son activados por algunos péptidos que se producen en el organismo en respuesta a estímulos naturales (sexo, comida), o bien cuando se unen a algunas drogas.

Sea como sea, todos ellos ejercen su efecto a través de la liberación de dopamina en el núcleo accumbens, una región cerebral a la que se le atribuye un papel importante en el placer, la risa y la recompensa, así como el miedo, la agresión, la adicción y el efecto placebo. Además, se considera que este sistema puede generar una sensación de sedación, euforia y analgesia.

OÍR MÚSICA SIN PLACER

Para averiguar el papel del sistema de los opioides en la música, los investigadores usaron un medicamento capaz de “inutilizar” temporalmente los receptores opioides del cerebro, y que por eso bloquea la generación de placer (anhedonia). Al suministrar este medicamento, llamado naltrexona, observaron que los participantes en los experimentos decían sentir menos placer al escuchar su canción favorita, pero no la cantidad de placer que sentían antes de escucharla (esto se conoce como anticipación).

“Las anédcotas y las impresiones fueron fascinantes”, ha dicho Levitin. Por ejemplo, uno de ellos dijo que una de sus canciones favoritas “no parecía ser como solía ser”, y otro que “su canción sonaba bonita, pero que no le decía nada”.

De acuerdo a lo predicho por estudios anteriores, la dopamina también está relacionada con el placer musical, tanto en la anticipación como en el placer que se siente en el momento. Pero Levitin explica que “los receptores de los opioides tienen un papel crucial en nuestras respuestas emocionales a escuchar música”, aún más que la dopamina.

En todo caso, la base biológica del placer musical sigue escondiendo muchos enigmas. Por ejemplo, Levitin ha explicado que se sospecha que si nos hartamos de una canción podría ser porque el sistema de los opioides se hubiera habituado a un estímulo, aunque esta hipótesis aún no se ha verificado.

¿PARA QUÉ “SIRVE” LA MÚSICA?

Según estos investigadores, el propósito de estas investigaciones es tratar de “entender mejor las rutas químicas asociadas con el placer musical, y así conseguir una visión más rica sobre la evolución biológica de la música”.

En definitiva, desde hace mucho tiempo, los científicos se preguntan cómo pudo surgir un fenómeno como la música. “No supone un claro beneficio para la supervivencia”, ha recordado el investigador, como sí lo tienen la comida y el sexo. Y, aunque comparte los mecanismos biológicos implicados en las drogas, los receptores de los opioides, la música “no ni tiene las mismas propiedades adictivas”.

Entonces, ¿qué se sabe sobre la “utilidad” de la música De acuerdo con una revisión científica publicada «Trends in Cognitive Sciences» por Levitin y otros investigadores, se considera que “las actividades sincronizadas, como la música, danza o la marcha, fomentan sentimientos de conexión social, confianza interpersonal y vinculación. Muchas actividades humanas y animales son rítmicas: caminar, hablar, aplaudir, bailar, mecer a un bebé o la actividad sexual. Y las actividades rítmicas realizadas por grupos de personas tienden a ser sin-crónicas, reflejando una coordinación social”.

SONIDOS DE LA NATURALEZA

También se ha propuesto que la música imita sonidos que aparecen en el medio natural. “La música comúnmente clasificada como “estimulante” imita sonidos de la naturaleza, como las llamadas de alarma de mu-chas especies, que potencial-mente señalan importantes eventos (por ejemplo, sonidos fuertes con inicio repentino y un motivo de repetición corto). Curiosamente, el afecto positivo y la anticipación de recompensa también se han asociado con este tipo de sonidos. Esto, a su vez, aumenta la excitación simpática (frecuencia cardíaca, pulso, conductancia de la piel y respiración). Por el contrario, la música relajante imita los sonidos naturales calmantes, como las vocalizaciones maternas, el ronroneo y los arrullos (sonidos graves suaves y envolventes), que disminuyen la excitación simpática”.

FUENTE: ABC - CIENCIA.

 
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