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[José Alberto Diez de Medina]

La medalla del Libertador

I

Llamémosla la medalla única, y con características muy propias para el Estado boliviano; todos sus mandatarios la han usado (exceptuando los anteriores a 1830), como símbolo de gobierno y de mando, quizá con algunos altibajos. Esta medalla, usada desde el primer Presidente de Bolivia hasta el actual, fue dañada, ultrajada, copiada, robada en algunos casos, le llegaron a faltar ciertas piedras preciosas, que hace unos pocos años fueron repuestas gracias a una buena y acertada disposición.

Fue devuelta al Congreso de Bolivia por el Libertador como un legado que a su muerte hizo a su hija predilecta, y conforme a sus palabras al recibo de ésta.

En julio de 1826, el Mariscal de Ayacucho envió la hermosa medalla al Libertador, quien en fecha 4 de agosto del mismo año remitió una carta a la presidencia de la República en la que agradeció por el envío de esta joya.

“A S.E. el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, Presidente de la República de Bolivia.

Excelentísimo Señor: El pueblo boliviano está empeñado en anonadarme con el peso de su inmensa gratitud, fecundo en invenciones generosas, encuentra cada día un nuevo eslabón que añadir a la cadena de reconocimiento con que tiene oprimido mi corazón. ¿No tendrá término su ilimitada magnificencia?

Ruego a V.E. que manifieste a la Asamblea General que la medalla con los emblemas que la adornan, que se ha dignado presentarme escogiendo la invicta mano de V.E., la conservaré toda mi vida en señal de mi profundo reconocimiento hacia Bolivia, y a mi muerte devolveré este presente nacional al Cuerpo Legislativo. Bolívar”.

La Medalla del Libertador fue instituida por la Asamblea General del Alto Perú, mediante decreto de fecha 2 de agosto de 1825, que en su Artículo Octavo dice: “El Gran Mariscal de Ayacucho, como el Encargado del mando de los departamentos de la República, mandará formar y presentar a S.E. el Libertador, una medalla de oro, tachonada de brillantes, del diámetro que juzgue más adecuado, para que, en el anverso de ella figure el cerro de Potosí, y al Libertador colocado al término de una escala formada de fusiles, espadas y banderas, en actitud de fijar sobre la cima de dicho cerro la gorra de la libertad, y en el reverso, entre una guirnalda de olivo y laurel, la siguiente inscripción: “La República Bolívar agradecida al héroe cuyo nombre lleva”.

Quedó encargado de la ejecución del nombrado decreto el Mariscal Andrés de Santa Cruz en su calidad de Prefecto del Departamento de Chuquisaca.

En sus últimos días en Santa Marta, en San Pedro Alejandrino, el 10 de diciembre de ese fatídico año de 1831 el albacea del Libertador, don Juan de Francisco Martin envió desde Cartagena, Colombia, una comunicación al Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, en la que manifestó la última voluntad del Libertador, conforme a su testamento.

El gobierno del Mariscal Santa Cruz dispuso el envío de una comisión para el recojo de la Medalla, integrada por el capitán Mateo de Belmonte y el sargento mayor José Buitrago, edecán del presidente Santa Cruz. El capitán Mateo de Belmonte ingresó en el Estado Mayor del Libertador como Alférez Segundo el 10 de octubre…

 
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