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El valor justicia y la justicia boliviana

Marcelo Miranda Loayza

¿De dónde nace el derecho? Toda construcción social tiene como base fundamentos morales, éticos y religiosos, de los cuales emanan los preceptos jurídicos que a su vez cimientan tanto su estructura social como su estructura legal. La escala de valores y su prelación respectiva dependen de varios factores sociales, mientras más estable sea una sociedad, mayor será el respeto al valor jurídico, en cambio mientras más inestable sea, el respeto jurídico será visto solo como una barrera coercitiva al desorden social.

ESCUELA POSITIVA Y NATURAL. Dentro de este “pacto social” existen dos corrientes jurídicas preponderantes: el Derecho Positivo y el Derecho Natural, el primero encuentra en la norma precisa, codificada y adecuadamente consensuada el valor supremo en la hora de impartir justicia, mientras que el segundo pone énfasis en el valor natural del ser humano, el mismo que se encuentra por encima de cualquier norma escrita. Si bien ambas escuelas han chocado entre sí en diversas ocasiones, las dos ponen relevancia en la equidad y en la transparencia del debido proceso en la hora de impartir justicia. Ambas corrientes ven en la persona el valor máximo a proteger, para ello el Estado se convierte en el único ente regulador de justicia, dando plena garantía e independencia al llamado Poder Judicial.

DESNATURALIZACIÓN DEL DERECHO. Nuestro país abraza como corriente jurídica preponderante al Derecho Positivo, lo cual no tendría que tener ningún tipo de problema si es que fuese aplicado en forma correcta e idónea. Y es aquí donde confluyen dos tipos de problemáticas serías, las cuales hacen que la administración de justicia esté pasando por una crisis gravísima de idoneidad y de identidad. La ley muerta y su aplicación a raja tabla dejan mal parada a la “sana crítica” y por ende contaminan el Debido Proceso. Cuando se construye fallos y sentencias sobre la base de artimañas jurídicas, las mismas al estar “apegadas”, por así decirlo, a la letra muerta de la ley, generan valores jurídicos amañados, dando a lugar a una desnaturalización del derecho, convirtiendo a la administración de justicia en una simple repartidora de sentencias injustas.

Por otro lado, tenemos un sistema académico universitario que prioriza una formación repetitiva e irreflexiva, antes que una formación ontológica integral. De esta manera se tiene un gran número de abogados que ven en la administración de justicia el camino más corto hacia la obtención de poder y dinero.

La justicia y el derecho emanan de una construcción cultural para que con ello se pueda tener una adecuada vida en sociedad, en pleno uso de derechos y obligaciones. Cuando esta construcción cultural es quebrada o sustituida por la costumbre de lo corruptible, el Derecho se transforma en un yugo que abusa y amedrenta a todo aquel que no se desenvuelve según las reglas de lo inmoral.

¿QUÉ HACER? Nos encontramos entonces ante una situación compleja, la justicia y su adecuada administración al verse empañada por la costumbre de lo inmoral no solo requiere un cambio administrativo - procesal, también requiere un cambio de mentalidad en la formación de abogados y juristas. Y no solo eso, también urge un cambio radical en la idiosincrasia boliviana que ve en el abuso, en el pleito y en el engaño la mejor forma de conseguir ventajas. Es así que la costumbre de lo inmoral se convierte en requisito indispensable en la hora de perseguir justicia; de una sociedad sin valores nace una justicia de anti valores.

Definitivamente el camino es largo, se debe priorizar la educación y el respeto y por qué no la FE, pues de la adecuada vivencia de estos tres valores fundamentales recién podrá emanar el valor justicia en todo su alcance, mientras tanto solo nos queda vivir con la justicia boliviana que hasta el momento ha demostrado ser incapaz, incoherente e inmoral.

El autor es teólogo y bloguero.

www.entrefeyrazon.blogspot.com

 
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