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[Severo Cruz]

El afán de siempre


La aplicación de las disposiciones económicas del 29 de agosto de 1985, posiblemente necesarias e imperiosas para su tiempo, generó un elevado índice de desempleo, que no quisieron reconocer sus ejecutores. Con el correr de los meses, se tradujo en un alto costo político para los gobernantes de entonces.

De otra manera no se podía enfrentar el proceso híper inflacionario. El país no gozaba, entonces, de bonanza económica, como en los últimos catorce años, un período gubernamental que significó el despilfarro más inconcebible del Siglo XXI. El principal protagonista de este hecho en la actualidad aspira, nada más ni nada menos, a ser presidente de los bolivianos. En ese marco ha planteado algunos proyectos, pero ¿por qué no los desarrolló cuando manejaba el Ministerio de Economía? En esa época, además tenía mucho dinero en las arcas del Estado, posibilidades como para hacer canchitas, obras faraónicas o elefantes blancos. Y hoy le hacen hablar al pobre como a un loro sus asesores, probablemente extranjeros.

En 1985, más de 26.000 trabajadores, dependientes de Comibol, quedaron cesantes por causa de esa nueva política económica, que frenó la hiperinflación, heredada de un gobierno izquierdista.

La Iglesia Católica, entre otras instituciones, expresó su preocupación por la numerosa cantidad de desempleados y solicitó al gobierno que creará nuevas fuentes de empleo, ante los problemas sociales en el país.

El régimen ante esa situación optó por nuevos proyectos, destinados a reactivar la economía para reducir el desempleo, asimismo la pobreza y la desigualdad.

Hoy, a 35 años de ese suceso socio–político, el desempleo se multiplica, a raíz, nuevamente, de la crisis económica, profundizada por el coronavirus. Asimismo por el irracional bloqueo de caminos determinado hace poco por la COB, con la participación de grupos violentos afines a Evo Morales Ayma, que paralizó la producción nacional.

Fueron trece días de bloqueo nacional, causando una enorme pérdida económica para el país, así como el fallecimiento de más de 40 personas por falta de oxígeno, destrozos del ornato público y de la capa asfáltica de las carreteras. Se dinamitó cerros y se uso volquetas de algunas alcaldías para esos bloqueos.

El gobierno constitucional ha recurrido a los bonos y otras medidas con el propósito de mitigar las necesidades más elementales de la ciudadanía en tiempos del virus de origen chino. Fue una respuesta de solidaridad en épocas adversas.

Ante una situación económica ruinosa, en terapia intensiva y con diagnóstico reservado, ha delineado un proyecto de reactivación, priorizando los supremos intereses nacionales. Ello implica también la creación de nuevas fuentes de trabajo para propiciar mejores condiciones de vida. Es tiempo de promover inquietudes de contenido social, para eliminar la desocupación, profundizada por el enemigo invisible. Y para bienestar, prioritariamente, de los más desprotegidos.

Por consiguiente: es permanente el afán de generar nuevos empleos. La desocupación estuvo latente no sólo ayer, nos referimos a las jornadas de la hiperinflación, sino también ahora, una temporada marcada por la cuarentena.

 
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