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Iglesia Católica

Pandemia desnudó fragilidad humana

> Este mal ha hecho que en el mundo se tome conciencia de la fragilidad de los seres humanos y sobre cómo los ricos y poderosos han tenido que retroceder ante la peligrosidad de los contagios
> El virus trata de la misma forma a todas las personas, sin importar su condición económica o social, sostuvo el monseñor Sergio Gualberti


La humanidad es golpeada por el mortal Covid-19, sin distinción de condiciones en el mundo.

Por las alarmantes cifras de nuevos contagios, personas fallecidas y un posible rebrote de coronavirus en el país, la Iglesia Católica sostiene que esta pandemia ha logrado que la humanidad deje de lado el orgullo y el poder, haciendo que las personas recuerden la fragilidad de la condición humana y los límites que ya se habían olvidado.

Monseñor Sergio Gualberti, durante su homilía dominical en Santa Cruz, reflexionó sobre la presencia del coronavirus alrededor del mundo y sobre todo en el país. Ante un posible incremento de contagios, recordó que este mal ha hecho que en el mundo se tome conciencia de la fragilidad de los seres humanos y sobre cómo los ricos y poderosos han tenido que retroceder ante la peligrosidad de contagios, pues este virus trata de la misma forma a todas las personas, sin importar su condición económica o social.

“La pandemia del Covid-19 se ha encargado de recordarnos esta verdad, y de una manera dolorosa, ha hecho caer como un castillo de naipes las certezas humanas del poder, de las riquezas, y el orgullo de la ciencia”, dijo.

Puntualizó que la pandemia por la que atraviesa el mundo logró que los seres humanos vuelvan a reconocer sus limitaciones, haciendo que se tome conciencia de formar parte de algo, en lugar de sentirse dueños de todo.

“Nos ha hecho tocar con manos nuestra fragilidad y los límites que habíamos olvidado con demasiada facilidad, actuando como si fuéramos dueños de nuestra existencia y de la del mundo”, manifestó el religioso.

Asimismo, reflexionó a los ciudadanos, creyentes o no, a vivir bajo normas que conlleven a sentir que no se es dueño de nada, y asumir la vida con espíritu de pobre, reconociendo que todas las acciones, bienes y el ser en sí depende de una fuerza y un poder que está en el creador.

Por otro lado, instó a los bolivianos a prepararse a vivir la alegría de la venida del Señor y no la alegría del mercado y de los regalos que representa al consumismo. Al mismo tiempo, pidió que en este tiempo de espera de la Navidad se trabaje para desterrar las divisiones, el odio y el rencor.

 
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