[Luis S. Crespo]

El Día Histórico - 16 de enero de 1825

Asesinato de Bernardo Monteagudo


¿Quién era Monteagudo?

No habrá en la América española una sola persona medianamente ilustrada que no conozca, por lo menos de oídas, el nombre del doctor Bernardo Monteagudo, que fue uno de los hombres más eminentes de la revolución americana, y de quien se dijo que con su pluma había hecho a España más daño que Cokrane con sus naves.

Don Bernardo Monteagudo, nacido en Chuquisaca según unos, en Tucumán según otros, fue uno de los primeros que en la ciudad de Charcas levantó en mayo de 1809, el potente grito contra la dominación española, mucho antes que se oyera en ninguna parte de América. Bastaría este solo hecho para colocarlo en un lugar distinguido del libro de la historia, si no hubieran otros, igualmente meritorios, que lo proclamasen como al primer campeón de la libertad en el Alto Perú, en la Argentina, en Chile y en el Bajo Perú.

Después de una brillante actuación en Buenos Aires y en Santiago, Monteagudo viajó a Lima, en calidad de auditor de guerra de la expedición libertadora que llevó don José de San Martín el año 1820. Declarada la independencia del Perú, Monteagudo fue nombrado ministro de gobierno de la nueva república.

MONTEAGUDO ERA ODIADO POR REALISTAS Y PATRIOTAS

Monteagudo conocía perfectamente su papel, y aunque veía los peligros, no se arredró ante las circunstancias delicadas en que se hallaba el Perú, donde permanecía latente el respeto y amor que en general se tenía a la envejecida causa del rey de los españoles. El Ministro de Gobierno tenía un genio fuerte, adusto y, despótico en sumo grado, y las medidas enérgicas, y represivas que por aquellas mismas circunstancias tenía que dictar, le acarrearon la odiosidad exaltada no sólo de los elementos realistas, sino también de los mismos independientes.

GOZÓ DE LA ESTIMACIÓN DE BOLÍVAR

Cuando San Martín se hallaba en Guayaquil, conferenciando con el libertador Bolívar, una representación apoyada por la municipalidad de Lima, obligó a Monteagudo a emigrar a Quito, de donde volvió al poco tiempo con Bolívar, quien llegó a profesarle verdadera estimación. Entre los hombres que rodeaban al libertador, ninguno le trataba con más franqueza que Monteagudo; pero también es cierto que a ninguno tributaba más atenciones y deferencia.

En la campaña gloriosa de 1824 estuvo a su lado constantemente; al retirarse a la costa después de la victoria de Junín, vino siempre acompañado con él.

MONTEAGUDO RECIBE UNA PUÑALADA EN EL CORAZÓN

La escena pasó en Lima. El viernes 28 de enero de 1825, Monteagudo, elegantemente vestido, como tenía de costumbre, salió de su casa a las 7 y media de la noche. Atravesó las calles de Mercaderes a Baquíjano, por el lado de la luz; llegó a la primera plaza de San Juan de Dios, frente a la iglesia, y desde aquí le siguieron dos hombres. Aún no había pasado la mitad de la distancia que media entre las dos plazuelas, cuando uno de los hombres que le seguían (era un negro), se le acercó y le asestó una puñalada tan bien dirigida al corazón, que lo dejó instantáneamente muerto. El cadáver permaneció tendido en la calle por más de una hora y media.

La noticia del asesinato llegó al libertador poco después de las nueve; ordenó en el acto que su jefe de estado mayor, don Miguel Figueredo, asociado del capitán Juan Eligio Alsuri, procediesen a la detención inmediata de todos los vecinos del lugar donde se cometió el crimen. A las diez de la noche se practicó el reconocimiento del cadáver por el cirujano don Ramón Castro. De él aparece que la herida fue hecha con instrumento cortante y que le atravesó el corazón, entrándole el arma sobre la tetilla izquierda, dejándole una abertura de pulgada y media y cinco o seis dedos de profundidad.

EL ASESINO

El libertador Bolívar puso mayor empeño para descubrir a los criminales y lo consiguió, mediante un juego muy habiloso.

El arma cortante con que se cometió el crimen estaba recién afilada; mandó reunir entonces a todos los barberos de Lima, que eran los únicos que podían afilarla, y les impuso que declarasen cuál de ellos la había afilado. Saltó uno de ellos y dijo que un negro, a quien podría reconocerlo, se la había llevado a afilarla.

Se reunió a todos los negros de Lima, bajo la pena de muerte para el que no concurriese; y en la reunión reconoció el barbero al negro; era un hombre de 22 años de edad, llamado Candelario Espinosa.

Llevado éste ante la presencia de Bolívar, declaró que él era el asesino; y que había cometido el crimen pagado por Sánchez Carreón, Luna Pizarro y otros personajes que pertenecían a la logia masónica.

MONTEAGUDO FUÉ VENGADO

Monteagudo fue vengado después, no en la persona de Espinosa, que no era sino un instrumento del crimen, sino en la del mismo Sánchez Carreón, que murió a manos del general Tomás Heres, favorito de Bolívar.

SU ESTATUA EN LA PLAZA DE SUCRE

En la hermosa plaza de Sucre, capital de Bolivia, se ostenta la estatua de don Bernardo Monteagudo, cuya celebridad, como decíamos al principio, es continental y muy respetada por todos los amantes de la libertad.

EL DIARIO, 28 de enero de 1923/1926

gonzalocrespo30@gmail.com

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