La democracia como una forma de vida

G. Marcelo Peralta García

Treinta años han pasado desde que el Dr. Hernán Siles Zuazo asumiera la Presidencia de la República por la vía democrática el 10 de octubre de 1982, luego de más de 18 años de dictaduras militares.

Tres décadas de democracia moderna merecen que se haga un balance, aunque breve, sobre los avances y retrocesos de la misma. El estudio parte de tres ejes descriptivo-analíticos que nos brindarán un panorama sobre la democracia boliviana de 1982 a 2012: el eje económico, el político-institucional y el eje sociocultural.

Las promesas incumplidas por los neoliberales produjeron un gran malestar en las masas, el cual se manifestó en revueltas populares desde el año 2000 hasta el 2005 y produjo en un breve período de acortamientos de mandato, sucesiones presidenciales y llevaron a la primera magistratura a un indígena que, haciendo eco de las demandas populares abrió una nueva etapa, donde el Estado debe hacerse más fuerte a partir del control de la economía y a través de un proceso de nacionalizaciones de empresas consideradas estratégicas.

El nuevo modelo boliviano se denomina economía plural comunitaria, mismo que constituye un esfuerzo de los ideólogos del proceso de cambio por establecer una revolución en el pensamiento económico. Se trataría de descolonizar la economía boliviana y ser el nuevo referente económico al capitalismo a partir del “reconocimiento” de las diversas formas de producción e intercambio económico existentes en el país; así la nueva política macroeconómica y modelo de desarrollo productivo contempla la economía plural constituida por las formas de organización económica comunitaria, estatal, privada y social cooperativa. Curioso “aporte” al pensamiento económico que fue añadido en la Constitución Política del Estado y que más se asemeja a un nuevo capitalismo de Estado de corte neo-estructuralista cepalino.

El trauma producido por la ingobernabilidad del 82-84 afectó a los distintos caudillos y a sus respectivos partidos políticos, los cuales establecieron un sistema de alianzas partidarias para llevar adelante políticas gubernamentales y de Estado de corte neoliberal que les den márgenes de tranquilidad política institucional que, paralelamente, acabó con el poder obrero. Sin embargo, este tipo de democracia pactada, con el tiempo y los sucesivos gobiernos derivó en un pragmatismo político descarnado y cínico, la población percibía que la democracia se había convertido en la tiranía de los partidos políticos, en una partidocracia.

Por partidocracia entendemos aquel neologismo que caracteriza a aquel sistema de gobierno en el cual teóricamente se vive en democracia, siendo los actores principales y únicos del panorama político los grandes partidos políticos y coartando las posibilidades de que los ciudadanos expresen su voluntad real más allá de los partidos existentes. La partidocracia constituye una deformación sistemática de la democracia.

El gran aporte es que el horizonte de participación política que tiene el ciudadano de poder participar políticamente a través de las tres formas de democracia es mayor. Sin embargo, aún es muy difícil prescindir de la democracia representativa y su centralidad seguirá vigente por mucho tiempo. La democracia intercultural no es garantía de que en otro contexto político no vuelvan los pactos políticos interpartidarios, probablemente la democracia intercultural dinamice la lógica de pactos.

Finalmente, el eje socio cultural está caracterizado por la necesidad de transitar de una sociedad con cultura política autoritaria a una sociedad con cultura política democrática.

La cultura política es entendida como el conjunto de creencias y valores compartidos, referentes a la vida en sociedad y al rol de las actividades políticas en la conservación y la orientación de la cohesión social. Para el caso, se es autoritario o se es democrático.

Es como si a 30 años de democracia la sociedad no hubiera conocido y/o adquirido los principios y valores de la democracia como la libertad, la igualdad y la pluralidad; los valores de equidad, transparencia, participación ciudadana, responsabilidad pública, tolerancia, diálogo y solidaridad.

Muchos estudios han sido realizados sobre la cultura política boliviana y las conclusiones nos dicen que aún la sociedad no aprecia debidamente la democracia como una forma de vida. Se piensa que la democracia es sólo una forma de gobierno y de procedimientos institucionales para la toma de decisiones.

Tal vez es muy difícil que la clase política y sus operadores puedan desarrollar una cultura política democrática efectiva, no sólo retórica. Sin embargo debemos demandar que sean la sociedad y las nuevas generaciones quienes desarrollen esta cultura política democrática y analizar que la democracia es más que una forma de gobierno, que se entienda que la democracia es una forma de vida. Esta es la asignatura pendiente, y la más difícil de la democracia boliviana.

El autor es catedrático de la UMSA.

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