SALUD

Cómo tratar el déficit de atención e hiperactividad infantil



La hiperactividad es cuando un niño no puede estar ni dos minutos en un mismo lugar.
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Los padres y maestros coinciden, por lo general, en asegurar que el niño hiperactivo es inquieto, rebelde, indisciplinado e impulsivo, conducta que en el hogar es tolerada, lo que no sucede durante la escolaridad. Los problemas comienzan con el bajo rendimiento y dificultades con sus compañeros.

“El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se caracteriza por la dificultad para mantener la atención, exceso de actividad e impulsividad y afecta a los niños entre 3 a 7 con mayor frecuencia y puede prevalecer hasta la adolescencia e incluso adultez”, explicó el neurólogo Lucio Valda.

Según el especialista, estos niños reúnen ciertas particularidades que ayudan para determinar el diagnóstico definitivo como la hiperactividad, cuando el pequeño no puede permanecer quieto ni por un minuto y no entiende la orden de los padres se mueve, tropieza y cae, como parte de su forma conductual.

“El comportamiento impulsivo en ocasiones va acompañado de una conducta agresiva y lábil, cambia de carácter con facilidad, en un momento puede estar triste y en otro alegre. La atención dispersa o falta de atención ocurre cuando el niño no presta atención a la explicación del maestro, porque está totalmente desconcentrado y, lamentablemente, pierde el año escolar”, dijo Valda.

“Al mencionar que el niño no presta atención, nos referimos a que comete muchos errores y descuida sus labores escolares, aparentemente no escucha cuando se le habla directamente, no sigue instrucciones y no concluye sus tareas del día, pierde su material de colegio y se distrae con mucha facilidad”.

El neurólogo destacó que la hiperactividad impulsa al niño a jugar con las manos y pies en su asiento, abandona con facilidad el lugar donde se encuentra, corre, trepa y no juega en forma silenciosa, a menudo habla en exceso como si estuviera impulsado por un motor.

DIAGNÓSTICO

Los elementos arriba mencionados son una pauta importante para ayudar en el diagnóstico correcto del TDAH, en especial si éstos se

mantienen por más de los seis meses consecutivos, al que se agrega un examen de encefalograma que en su lectura se pueda observar alguna alteración a nivel cerebral.

1.- De 0 a 2 años se tienen problemas en el ritmo de sueño (el niño puede despertar sobresaltado) o durante la comida. Se resiste a los cuidados habituales y se irrita con facilidad.

2.- De 2 a 3 años se presenta con inmadurez en el lenguaje expresivo, con una actividad motora excesiva, escasa conciencia del peligro y propensión a que sufra accidentes.

3.- De 4 a 5 años tiene problemas para adaptarse socialmente, es desobediente y tiene mucha dificultad para seguir normas.

4.- A partir de los 6 años se nota la impulsividad, el déficit de atención, fracaso escolar, comportamiento poco social y problemas en su adaptación con su entorno.

TRATAMIENTO

Una vez que se tenga la certeza de que se trata de un caso de TDAH, la forma de tratamiento debe apuntar a la modificación en lo posible de aquellas conductas que repercuten negativamente en la vida diaria del niño. La meta será reducir la impulsividad, inquietud motriz y aumentar su atención.

“El tratamiento para estos niños se basa en estimulantes, lo cual pareciera ser algo contradictorio, porque se trata de niños súper estimulados. Los medicamentos son derivados de las anfetaminas y son fármacos controlados que pueden provocar adicción, pero que con una dosis adecuada dan muy buenos resultados en los días de clase y con intervalos de fines de semana” aseguró Valda.

El tratamiento farmacológico puede ir acompañado de un anticonvulsivante si es que se detectara alguna alteración en el encefalograma, que muestre algún nivel cerebral anormal. Este medicamento en ocasiones quita el sueño y el apetito, por esta razón se debe tener un habitual control médico, para comenzar con dosis bajas hasta llegar a la ideal.

“El tratamiento con medicamentos debe ir de la mano de la terapia psicológica para conocer la estructura familiar en la que se desenvuelve el niño, conocer de qué manera lo apoyan sus padres y qué factores pueden ser los detonantes de este comportamiento”, aseguró el neurólogo.

El especialista agregó que este problema, en ocasiones, viene acompañado de dificultades en el habla, para lo cual se requiere el apoyo de un fonoaudiólogo. Si esta dificultad persiste en la adolescencia, es imprescindible contar con el apoyo psicológico e incluso psiquiátrico, si el caso lo amerita.

“El niño hiperactivo no puede quedarse solo, porque corre el riesgo de sufrir algún daño. Los padres deben ser tolerantes y no castigar al niño, sino tener la inteligencia para saber manejarlo mediante el diálogo y recurrir oportunamente para tratarlo”, finalizó el neurólogo.

 
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