El señor Sebastián Piñera es el prototipo del antiboliviano que pretende asfixiar a Bolivia con el enclaustramiento perpetuo. Esta afirmación se funda en el hecho de que el ex dignatario de Estado declaró: “para enviar mensaje fuerte y claro en defensa de legítimos derechos de chile, el gobierno debiera impugnar ahora la competencia de La Haya” (EL DIARIO, junio 12, de 2014).
No es la primera vez que el señor Piñera se pronuncia en contra del supremo objetivo de la reivindicación marítima boliviana. Ya lo hizo, en anterior oportunidad, con la displicencia propia de los adversarios de Bolivia.
“Tras estudiar este documento, todas las declaraciones y otros antecedentes, he llegado a la conclusión que el caso boliviano no tiene fundamentos, ni de hechos ni de derechos”, argumentó, refiriéndose a la demanda marítima interpuesta por el país en La Haya, el señor Sebastián Piñera (EL DIARIO, abril 28, de 2013).
Por lo visto entonces ya señaló él que nuestro reclamo no tenía “fundamentos, ni de hechos ni de derechos”, tratando de minimizar el propósito nacional de retorno al mar Pacífico. Y lo ratifica ahora al exigir la impugnación a la Corte Internacional de Justicia en el tema marítimo boliviano.
“No vamos a ceder soberanía chilena a ningún país, porque nuestro territorio, nuestro mar, nuestra soberanía, nos pertenece legítimamente a todos los chilenos”, señaló, en otra oportunidad (EL DIARIO, abril 25, de 2013).
“Chile tiene derecho y va a defender con mucha fuerza y convicción su territorio, su mar y su soberanía”, subrayó, asimismo, en la Cumbre Política, que promovió su gobierno (EL DIARIO, abril 3, de 2013).
He ahí la estrategia política inspirada por el señor Sebastián Piñera, en su gestión gubernamental, en relación con la centenaria demanda marítima. Y parece que chile, aunque el tribunal de la Organización de Naciones Unidas (ONU), sugiriera una posible solución dialogada sobre el punto, no se dignará restituirnos la salida al Mar.
Y la señora Michelle Bachelet transita por esta misma dirección. En consecuencia ella ha optado por recuperar todas las señales que, en materia de política internacional, marcó su antecesor, el derechista señor Sebastián Piñera. Por ello que la gobernante izquierdista, y adversaria política coyuntural de éste, pide respeto a los tratados internacionales. Y para decirlo con más precisión al Tratado de 1904.
Es una mentalidad, nos referimos a la del señor Piñera, que no tiene cabida, en estos tiempos, en tanto ya que el mundo, eliminando barreras político - ideológicas y superando estigmas de orden racista, busca integrarse con signos de paz, de amistad y solidaridad. Busca ahora soluciones ecuánimes y de interés común en la histórica perspectiva de alcanzar días llevaderos. Por consiguiente los discursos altisonantes y las declaraciones incongruentes, sea de quien fuere, están al margen de este contexto, porque no hacen otra cosa que alejar el entendimiento bilateral boliviano – chileno. E indudablemente se constituyen en elementos disociadores que profundizan las brechas de la confrontación con la consiguiente prolongación de la agonía del enclaustramiento boliviano.
En suma: el señor Sebastián Piñera con su radicalismo antiboliviano obstruye enormemente la solución del diferendo boliviano – chileno, cuya demanda radica por más de un año en La Haya.
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