La arbitraria modificación al reloj ornamental del Parlamento en la plaza principal de nuestra ciudad, como una muestra de atentado e irrespeto al patrimonio nacional, podría en caso extremo ser admitida como un retorcido sentido del humor, en el marco de la extraña lucha “contra el capitalismo para la hegemonía del sur”, aunque según declaración de un congresista oficial, se trataría de “sólo una intención ideológica de romper la hegemonía del norte”. Pero el corolario exasperante de este absurdo es la posibilidad -admitida por el Gobierno- de la modificación asimismo de ¡todos los relojes de la institución pública! Con ello, al parecer, se inicia al presente un nuevo concepto de “reloj social antinorte”, para contrarrestar el avance y desarrollo del “imperialismo”.
Así, pues, a fin de evitar que este nuevo exabrupto se convierta en una falsa catequesis cultural para el sencillo ciudadano ajeno a estos pormenores, hacemos conocer en principio que el tiempo no ha nacido con el país del norte. El método de la escala de 24 horas es utilizado en forma oficial en el mundo, por todas las comunidades científicas del norte y del sur -incluida la nuestra-, a partir de las observaciones del observatorio astronómico de Greenwich. El sistema se creó para tener en común la referencia GMT conocida como “hora Zulu”, para globalizar el uso horario en todo el planeta. Los meteorólogos han usado consecuentemente el tiempo “Zulu” por más de un siglo para asegurar simultáneamente las mediciones meteorológicas de norte a sur.
Pero definitivamente el interés del hombre en la medición del tiempo siempre fue científico. En el repaso histórico de la gran cultura quechua vemos, por ejemplo, que el Intiwatana (reloj solar) cumplía dos funciones: medición del tiempo (solsticio y equinoccio) y como piedra altar. Es incuestionable que también ha sido utilizado como un eficaz método para predecir y medir los solsticios y equinoccios, es decir las estaciones y, por ende, los tiempos de siembra y cosecha. O sea que referirse a esta piedra sólo como un reloj, es aparentemente un concepto erróneo. El Inca y la sociedad incaica no necesitaban medir el día en horas o minutos. Para ello se limitaban únicamente a observar la posición del sol.
Muchos estudiosos afirman que el “Intiwatana” también fue un dispositivo direccional, donde los ángulos determinaban el norte magnético; lo que supondría conocimientos muchos más profundos de las ciencias astronómicas y la física. Es decir que definitivamente el uso de aquellos complejos astronómicos apuntaba al beneficio económico y social (no político ni subversivo) de sus pueblos.
Finalmente, la importancia del tiempo no radica en el artefacto que gira, sino en el tiempo que avanza ajeno a cualquier doctrina política. Eduardo Galeano en su libro “Patas arriba. La escuela del mundo al revés” coincide con el presente entuerto al señalar que “si Alicia (del país de las maravillas) hoy renacería, no necesitaría atravesar ningún espejo, le bastaría con asomarse a la ventana para ver al mundo de izquierda a derecha, con el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies”.
El autor es abogado.
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