Debate: ¿ilusión o estrategia?

Evo no debatirá, en el proselitismo electoral, con los políticos que “privatizaron y regalaron” los recursos naturales, las empresas estatales, a las corporaciones internacionales, “qué autoridad, qué moral tienen para debatir conmigo (…) que vayan a debatir con su abuela” (Cambio, 7/7). Se podría decir que con esta declaración queda hecho “añicos” la “esencia” de la Ley 045, las libertades fundamentales reconocidas por la CPE y el derecho internacional. La discriminación es “original” en Evo Morales, no escatima esfuerzo alguno para vilipendiar a las mujeres, como ahora lo hace con su “abuela” -por la peyorativa-, bueno, suponiendo que su awicha tenga los mismos derechos que las otras.

El debate, para Karl Popper es -simplemente- una contienda de puntos de vista argumentados sobre un tema polémico, al cual Lincoln-Douglasban aconseja que en lo posible se debe evitar argumentos que se basen en estadísticas o datos empíricos -recurrentes en los “informes” de Evo- pues ellos son “manipulables”, es más, debe centrarse en principios morales y lógica. Sin embargo, los debates que “enriquecían” la percepción del elector para que decida por quién votar, fueron eximidos desde hace más de una década por gobiernos de fuerza. Pese a ello, ¿que podrían debatir los contendientes? Poco o nada, por ello más parece una estrategia de la oposición para “tonificar” su devaluada actuación en el pasado inmediato, y por la alineación de varios neoliberales en el MAS, insuflando una retórica a favor de los indígenas como sujeto del cambio, cuando éste desde hace más de ocho años ya no existe, entonces el rechazo estaba cantado.

Todo el mundo se percata de que ambos -“patriotas” y “vende patrias”- bandos son funcionales a sus intereses corporativos, se creen “dueños” de regiones (y grupos), ¿acaso la genuflexión de líderes cruceños es casual? Ninguno propone -con claridad- un programa, excepto una retórica “universal”: no a la pobreza, al desempleo. Sí al desarrollo, a las carreteras, etc., transversal al MAS, es decir que ahora se subsumen en lo “neo indígena” para “inducir” la intención del voto. En caso extremo ¿Qué debatirían? ¿El posicionamiento y la arremetida de la política corporativa de los líderes de la otrora media luna y el afán de Evo de expandir al MAS en Santa Cruz? ¿El indígena (o indio) como sujeto de cambio? ¿La aparente escisión entre las oligarquías de “oriente” y “occidente” subsumidas en una “nueva” burguesía emergente? ¿Formas de afianzar económica y políticamente intereses de casta? ¿Contradicciones entre discurso y política: se dice una cosa y se hace otra? ¿La confusión de leyes fundacionales por transicionales? ¿Cómo atraer inversiones de empresas trasnacionales para beneficio de las mismas? ¿La diferencia entre nacionalización de los hidrocarburos por modificación de contratos? ¿Cómo superar la cultura del despilfarro?

Así, el “debate” -que no será- tiene la intención de “adormilar” al soberano, el descontento de los bolivianos. En concreto, al margen del debate o no, Evo Morales debe aclarar por qué los bolivianos estamos viviendo en un país con un gobierno autoritario, con irrespeto a los derechos humanos individuales y colectivos, sin independencia de poderes, con una ausencia total de justicia, una demagogia enorme frente a los pueblos indígenas, una política contradictoria e hipócrita en relación con el medio ambiente o la madre Naturaleza, una permanente violación a la CPE, etc. Entonces eso de la “tuca” es una ingenuidad.

El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).