[Alberto Zuazo]

Punto aparte

¿Dónde está la plata?


Este inquisitivo y acuciante título lleva el último libro que presentó la Fundación Milenio, la semana anterior, como producto del esfuerzo habitual que realiza para desentrañar los entresijos de la vida económica y social del país, los cuales necesariamente tienen que recaer en el ámbito político, para completar el cuadro del acontecer nacional.

¿Dónde está la plata? tiene como subtítulo: “Los ingresos extraordinarios de la bonanza 2006-2013”. El ingresar en este campo espinoso es imprescindible, porque, de otra manera, sería parcializarse, acomodarse al gusto y sabor de cada quien, acerca de la realidad de Bolivia.

En este empeño de estricto servicio público, Milenio logró comprometer al más eminente economista que tiene el país, como es don Juan Antonio Morales. Su aporte en la elaboración del libro fue la de Coordinador. Los expertos e investigadores que lo acompañaron en el trabajo son Enrique Araníbar, Luis Carlos Jemio, Mauricio Medinacelli, Germán Molina, Mauricio Ríos García y Carlos Schlink.

Hasta donde se los conoce públicamente, por su ejercicio académico y los estudios que publican periódicamente acerca de sus respectivas especialidades, se trata de distinguidos profesionales. No sólo se desenvuelven dentro del país, sino que enriquecen su experiencia al ser contratados por organismos internacionales, unas veces como integrantes de planta; otras para ser consultores y, por último, los invitan a integrar grupos de estudios específicos en distintos países, no sólo del continente.

Resulta también pertinente anotar que Milenio quiso tener otras miradas más, desde fuera de la sede de gobierno, por lo que consiguió el concurso de reconocidos investigadores de Cochabamba y Santa Cruz. Así, la obra adquiere una trascendencia excepcional, para conocer y comprender con mayor amplitud y profundidad la administración de los intereses públicos.

Sin lugar a duda, los más interesados en internalizarse en el libro, “Dónde está la plata?, tendrían que ser los académicos y estudiantes universitarios. En este último caso, si van a ejercer su profesión en el país, les resultará imperativo que conozcan con la propiedad del caso los pormenores de la realidad nacional.

El libro tiene tanta cantidad de datos, literales y numéricos, que resulta difícil pretender resumirlo en una columna de opinión. De ahí que ni siquiera es suficiente una lectura individual, lo más apropiado sería que en las universidades e incluso en cursos superiores de colegios secundarios, se trate de estudiarlo en grupo.

Empero, no sólo es cuestión de conocer y debatir sobre ellos, sino tener en cuenta que el enfoque del libro alcanza a dos períodos políticos trascendentales de la historia moderna del país.

El primero es la situación económica que confrontaba el país antes de que 12 empresas privadas, de renombrada jerarquía global, inicien masivamente la búsqueda de petróleo y/gas natural en el país, para ir más allá de las limitaciones que tuvo YPFB para un emprendimiento de tanta magnitud.

El otro es el actual, identificado como “Proceso de Cambio”, al que afortunadamente le tocó ser el administrador de los crecientes ingresos nacionales del gas, así como de la minería, en un tiempo de precios excepcionalmente altos de ambas materias primas.

Otro aspecto significativo que tiene el libro es que formula las comparaciones imprescindibles de esos dos períodos históricos del país, con total énfasis en términos económicos, aunque sin dejar de poner de manifiesto sus efectos en lo social y en lo político.

De esta manera, se pormenorizan dos realidades distintas. Se convendrá que es la forma más didáctica y pedagógica de conocer lo acontecido en Bolivia, en el último cuarto de siglo. A menos que se tengan prejuicios previos, se estará en condiciones de emitir juicios de valor razonados, sin falsos optimismo ni pequeñas mezquindades.

Con el ánimo de acercar al lector, por lo menos a la orilla del libro, transcribo dos párrafos de su Introducción, escrita por el economista Roberto Laserna, presidente de la Fundación Milenio:

“¿Dónde está la plata? Es la pregunta que sacude nuestros mitos más profundos y nuestros más grandes temores. Vemos vestigios de la riqueza mineral en edificios e iglesias de Potosí, Sucre, Oruro y La Paz, pero el contraste con la pobreza que campea en sus barrios, carentes de servicios de buena calidad y de oportunidades de trabajo para sus jóvenes, obliga a preguntarse ¿qué se hizo de esa riqueza? ¿Dónde está la plata?

“Nuestra identidad como nación está marcada por esa suerte de trauma económico que significó la inserción (del Cerro Rico) de Potosí en la economía colonial. Nos llenan de orgullo las imágenes de la riqueza que albergaba y alberga ese maravilloso cerro (recordemos nomás el mito del puente de plata que se habría podido construir con España), pero también nos lleva a una profunda depresión el reconocer que no supimos aprovechar esa riqueza y que su extracción no es ajena a la situación económica de carencias que ha caracterizado a Potosí desde entonces”.

De su parte, Juan Antonio Morales incide ya en los alcances del libro, expresando:

“Desde los primeros años de este siglo, la economía boliviana se ha estado beneficiando con ingresos extraordinarios, tanto en cuenta corriente como en la cuenta capital de la Balanza de Pagos, por un contexto internacional muy favorable. Los ingresos extraordinarios no sólo han expandido las cifras del comercio exterior boliviano, sino que han tenido repercusiones internas considerables. Entre ellas, la que más llama la atención es la holgura de las cuentas fiscales, que a su vez ha contribuido significativamente al crecimiento del PIB. Los ingresos extraordinarios le han permitido a Bolivia superar rápidamente la restricción de ahorro para financiar sus inversiones, la restricción externa para financiar sus importaciones y la restricción fiscal para financiar el gasto público.

“Un tema subyacente en toda la discusión es el de si el súper-ciclo de precios de las materias primas ya está llegando a su fin y qué consecuencias acarrearía… La pregunta de fondo es la de cuán duradera será la bonanza actual de la economía boliviana y si ésta podría prolongarse una vez que termine el ciclo de auge de las exportaciones de materias primas. ¿No se estarán repitiendo los ciclos de nuestra historia, aún si esta vez el ciclo es extraordinariamente largo? ¿No se habrá tomado compromisos de gasto permanente con ingresos que pudiesen terminarse?

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