[Manfredo Kempff]

¿Llegará el tiempo de trabajar?


Como decíamos el domingo pasado, el Gobierno cayó en su propia trampa al convocar a un referéndum inconveniente, tratando de forzar la letra de la Constitución para que S.E. y el Vicepresidente gobernaran durante cuatro períodos consecutivos, casi 20 años. Toda una grosería. No haber tomado en cuenta los resultados de los referendos sobre los estatutos autonómicos de septiembre pasado, donde las propuestas del oficialismo fueron barridas masivamente por el “no” en La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, Oruro y Potosí, ha sido un error mayúsculo. Alguien, entre los estrategas de S.E., tendrá que explicarle esto, siempre que no haya sido él mismo quien lo decidió.

Sin duda que el Gobierno venía equivocándose desde entonces, pensando que la derrota con los estatutos autonómicos se debió a que S.E. no había participado en la campaña, y que otra cosa hubiera sido con su presencia ganadora. Pues bien, para el referéndum del domingo último, S.E. estuvo todos los días en distintas regiones del país, en dos y tres lugares por jornada, utilizando los bienes y recursos económicos del Estado, y no pudo evitar su descalabro. Porque suponemos que no se puede llamar sino descalabro el hecho de que S.E. y el Vice, deban irse a su casa al finalizar su mandato actual. Bueno, no tanto como eso, conociendo a los personajes que tratarán de buscar otra salida a su capricho.

Pero no existió jornada, durante meses, en que S.E. o su segundo no estuvieran, por ejemplo, en Santa Cruz, el territorio más chúcaro al que había que domar. Ni con el apoyo de los “malinchistas” cambas le fue posible a S.E. lograr nada. Perder por más de 20 puntos de diferencia en el Departamento ha debido ser, para él, algo que estaba fuera de sus cálculos. Ni el Vice pudo convencer con sus encendidos y ofensivos discursos, ni tampoco pudo hacer nada el más discreto ministro Romero, ni la “Pasionaria” de los diputados (“no pasarán”), ni Siles, ni Ferreira. A la señora Nemesia, tan representativa parlamentaria cruceña, no se la vio ni por el forro, ya sabemos por qué.

Sin embargo, no podremos adivinar con qué ojos habrá mirado S.E. al ministro Quintana, cuando se enteró que Beni y Pando le habían dado la espalda, después de tanto trabajo y tanta plata “invertida” para acabar con la llamada Media Luna, donde reapareció Tarija con una corajuda votación por el “no”. Pero a esa desgracia del MAS se ha sumado Chuquisaca, que vuelve por sus anhelados fueros y Potosí que jamás pensó derribar de su lomo a S.E. Ahora ya no sólo se hablará de la metafórica Media Luna, que es una ficción maligna, sino de las fauces abiertas de un león a punto de tragarse un bocado, que es lo que representa el mapa de Bolivia después del referéndum.

En suma, el 70% de votos por el “sí” que vaticinaba S.E., no llegó a 50%, aunque él siempre le encuentra la vuelta a todo. Dijo que se había perdido una batalla y no la guerra. ¡Pero qué batalla! Stalingrado también fue una batalla perdida por los alemanes, y de ahí en adelante empezó el desmoronamiento y la retirada de todo el ejército en el Este, porque desapareció el terror a la invencibilidad de su maquinaria guerrera. Esto del domingo pasado no ha sido una torcida de tobillo sino algo mucho peor, ha sido como una fractura de cadera que no podrá salvar con sus arengas el Vice. Que S.E. no pueda ser candidato el 2019, y tanto como eso, que deba gobernar cuatro años llevando a cuestas esta batalla perdida que a él parece no importarle mucho, es un fardo muy pesado. Desde ahora se habrán empezado a mover los interesados en sucederlo y es ahí donde comenzarán también las conjuras y las deserciones de quienes querrán estar limpios cuando llegue la hora de la transición. S.E. va a enfrentar una lucha contra fantasmas a los que no está acostumbrado.

Una cosa son las cifras ajustadas por las que venció el “no” y otra, muy distinta, la algarabía que produjo. La gente se volcó a las calles, con música y pancartas, a celebrar lo que parecía una victoria presidencial. Lo hizo el domingo y lo repitió el martes por la noche. Si S.E. sigue pensando que importan más los votos de los ayllus y los cocales, allá él. Si quiere disimular su pesar afirmando que el “voto duro” del MAS está en el 50% nadie lo va a convencer de lo contrario. Todos sabemos que la oposición más fuerte está en las ciudades, allí donde palpita la vida sacrificada de cientos de miles de bolivianos; donde se sabe qué sucede a cada paso en la cúpula masista; donde la información está en la televisión, la radio, los periódicos, el face y el twitter. Y es en las ciudades donde se decide la suerte de los gobiernos, no en el campo. Mucho más ahora que la población urbana en Bolivia es tres veces mayor a la rural.

Si S.E. sólo habla de desquitarse de su caída estaremos embromados los próximos cuatro años. Si el Vice va a estar anotando en su libretita quienes insultan a S.E. vía face, el ocio ya no tiene nombre. Si se van a lamer sus heridas, desesperados por tomarse la revancha lo antes posible, nos preguntamos: ¿cuándo van a gobernar? ¿Cuándo se va a quedar S.E. un día entero despachando en el Palacio? ¿Cuándo van a dejar de hacer campaña política y además para perder?

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