Luchan por sobrevivir

Sin luz en los ojos pero van juntos por la vida



José Castro y Simona Gonzales, una pareja de no videntes que unieron sus vidas hace 38 años, luchan a diario para subsistir y salir adelante. Ambos, por diferentes razones, llegaron a la vida sin ese sentido.

A pesar de que la vida no es fácil cuando se tiene una discapacidad, ambos luchan a diario para subsistir y salir adelante, demostrando su talento en las calles de la ciudad de La Paz, para conseguir apoyo de los transeúntes.

Acompañados de una guitarra y una taza vacía, José y Simona, artistas callejeros de la tercera edad, llevan 13 años en la calle Comercio a la espera de la solidaridad de los peatones, ambos además de tener una discapacidad deben soportar diferentes adversidades.

En ambos casos, la incapacidad visual la adquirieron de nacimiento, en el caso de José obtuvo la afectación producto del consumo de drogas de sus progenitores, mientras que Simona al momento de nacer se le introdujo un líquido de la placenta de la madre y quedó invidente.

“Yo he tenido una mala madre”, afirmó José, en ese instante rememoró el relato de un familiar, quien mencionó que cuando su madre se encontraba en el sexto mes de gestación ella quiso abortarlo, ella consumía “hierbas” (drogas) finalmente nací –entre risas, aseveró- “nací mal construido ¿Cómo no veo?”

La pareja lleva 38 años de casados, trabajaron vendiendo papel higiénico, billetes de Lotería, pero “nos engañaban, nos pagaban menos o nos daban billetes falsos, siempre tuve el talento de tocar instrumentos, empecé con la quena y junté de boliviano en boliviano para comprarme una guitarra”, manifestó José.

Simona desarrolló su talento en el coro de una iglesia, mientras que José empezó probando el sonido con ambos instrumentos, en una ocasión les ofrecieron realizar una grabación, de la cual les pagaron menos de Bs 100.

Estaban cansados de los engaños de la gente –con voz exaltada dijo uno de ellos- “no tuvieron compasión de vernos ciegos”, por lo que decidieron ensayar y preparar un repertorio para salir a las calles a trabajar y subsistir con ello.

En el transcurso de la entrevista caían pequeñas gotas de lluvia y la pareja no paraba de deleitar a los transeúntes; sin embargo, afirmaron: “Tenemos que aguantar todo, algunos aportan y otros se pasan de largo pero indudablemente las personas extranjeras son las que más nos ayudan, nos elogian y eso nos alienta a seguir, por lo menos sabemos que hay personas que aprecian nuestro talento”.

Con voz de lamento aseguraron que el permanecer en las calles y el bono de discapacitados es el único ingreso económico con el que cuentan, aunque algunos días son sorprendidos por las inclemencias del tiempo o medidas sociales como marchas, por lo que quedan impedidos de actuar.

La pareja se asienta en la calle Comercio, a pocos pasos de la plaza Murillo, aseguran que son perjudicados por las constantes movilizaciones, debido a que cierran la plaza, impiden su ingreso y el de los transeúntes por lo que para ellos es un ”día perdido”.

“Este es nuestro lugar de trabajo, durante años hemos permanecido en el mismo, lo elegimos porque hay que cuidar la voz de ella (Simona) en otras calles existe más tráfico y no se escuchan nuestras canciones”, dijo José.

Resignados aseguraron: “Los transeúntes aportan con lo que tienen y eso lo valoramos. Hay personas muy solidarias que no sólo ayudan con un aporte económico, sino también se interesan por saber un poco más de nosotros”, aseveró Simona.

En ese momento y con entusiasmo aseguraron que deben retribuir la cooperación de la población presentando canciones bien elaboradas y variadas, por lo que aseguraron que ensayan por muchas horas. “Tratamos de no repetir las canciones y ofrecer un amplio repertorio, hay que pensar en todo”, dijo Simona.

La pareja tuvo seis hijos, pero Simona con voz de lamento recordó: “Cuando eran pequeños no pude criarlos como hubiese querido, ellos lucharon para forjarse, ahora son independientes y los papás ya no podemos pedirles dinero a los hijos”.

Para realizar su trabajo, Simona y José, se trasladan desde El Alto hasta la ciudad de La Paz e inician una jornada continua desde las 10.00 hasta las 16.00 horas. “En otro horario es dificultoso trasladarse de una a otra ciudad, porque es fácil encontrar movilidad”, manifestaron.

 
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