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[Ramiro H. Loza]

¿Prescindir de la ideología?


El tema ideológico que tanta tinta ha insumido estos días, pero sin una aproximación teórica, hace necesario recordar la ideología como el “aparato conceptual… que pretende explicar una realidad social determinada en interés de la colectividad” y puede ser también “los modelos de explicación y de motivos que posee todo grupo” y, si es así, extraña que ciertos partidos se declaren al margen de la ideología. Asimismo, la ideología es una derivación filosófica, entendiéndola como el análisis fundamental de las ideas. Los diversos sectores constitutivos de la sociedad se infunden de una ideología que los define e identifica.

Vistas estas cosas, como las ven los expertos, cuánto más importante es la ideología en los partidos políticos. Se trata del sustento nutriente e indispensable de cualquier partido, su ausencia lo convierte en una cáscara vacía sin contenido, carente de una brújula de orientación y susceptible de virajes sorprendentes. A la vez, sin ella se adolecerá de un referente de actuación al cual debe ajustarse su propuesta programática, su plan de gobierno, sus “ideas fuerza” y hasta su propaganda.

No vamos a decir que Sol.bo. por confesión se nos ofrezca como el único partido sin ideología porque hay motivos para creer que el resto lo acompañan en esto, aunque los demás no tengan la franqueza de decirlo. Del MAS –fuerza es nombrarlo- tampoco se conoce su definición ideológica, pero sus actos lo encajan en el populismo, epíteto bastante alejado de contenido ideológico. Sus arrebatos indianistas-racistas no suman mucho, con la agravante de plantear la división de la colectividad. Tal posición lo acerca a la lucha de clases del marxismo.

A los demás partidos en la arena política se les da el genérico de “derechistas” y su complemento favorable del capitalismo, pero tal nominación no considera que la base económica del país no reúne las condiciones escatológicas de un capitalismo medianamente comparable. Si volvemos a Sol. bo. y le oímos declarar que el hombre de la calle no se preocupa de las ideologías, sino de respuestas a sus demandas materiales, olvida que los partidos barajan una gama de propuestas extractadas de su pensamiento y ese hombre y mujer deben aceptarlas o rechazarlas según su propia decisión. De suerte que se abre un abanico partidario de propuestas, sin perder de vista que desde Aristóteles “el hombre es un animal político”. Si la constitución ideológica es importante, se debe distinguir con Karl Mannheim, que ideología y utopía son cosas distintas.

La seducción de las ideas atrae a los ciudadanos hacia una u otra corriente, permitiéndole convertirlos en militantes. Si a ese mérito un partido no se expande, terminará extinguiéndose por inanición. El ciego electoralismo juega sólo al azar de las circunstancias. Los indicados presupuestos traen a cuento por asociación al pragmatismo, filosofía esencialmente realista despojada de todo recurrencia ética. El pragmatismo al cual se adhiere más de un partido, según hemos señalado, termina manifestándose en aberraciones y transgresiones. Cabe reflexionar que la política enfocada en su papel trascendente es inseparable de la ética, bajo alternativa de corromperse. Ideología, ética y política son coordenadas que deben ir de la mano.

Añado que, en mi criterio, la doctrina -auxiliar de la ideología- es la síntesis esquemática de preceptos de alguna tendencia filosófica o religiosa y también la expresión sumaria de una ideología. Un instrumento divulgativo de fácil digestión, por decirlo así, para consumo de simpatizantes y de la militancia “de base”.

El país carece de partidos políticos serios e institucionalizados. Un cuadro tan mediocre no propicia la atracción de intelectuales a sus filas, por lo menos a nivel dirigencial como sería deseable. Ese vacío es el mejor caldo de cultivo para improvisados y oportunistas que marchan tras el poder en busca de sus intereses personales. Estos factores influyen, ¡cómo no!, en la práctica política de nuestro medio, personificando su degradación, de donde surge la corrupción, la maniobra, el transfugio y el abuso del poder.

loza_ramiro@hotmail.com

 
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