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[David Foronda]

Desazón por “trancaderas” y notarios


Cuando llegan o surgen “novedades” esperanzadoramente se cree: “ahora, con esto todo será mejor”. Con la “novedad” del servicio de teleférico, por ejemplo, se llegó a pensar que ya no habría la congestión vehicular diaria, y quizá hasta disminuiría el número de minibuses, que los hay en exceso, según comentan, y basta con verlos ocupando a diestra y siniestra todo el eje troncal paceño. Así que las “trancaderas” continúan, inclusive mucho más que antes. Ocurre lo propio en la Ceja alteña y otros sitios. Es un contratiempo cotidiano. Por otro lado, bastante se comentó sobre el cambio total de notarios, alegando que las cosas mejorarían para el público en general, pero lo sucedido en Derechos Reales, por serios casos registrados en la capital cruceña lo puso en el ojo de la tormenta en todo el país, mostrando que no sirvió de gran cosa la “novedad” de nuevos notarios, pues estos no están logrando dar solución a los entuertos que “crearon” y dejaron sus antecesores, a más de que sus aranceles vienen a ser demasiado excesivos, según el criterio ciudadano.

Yendo por partes, se tiene la impresión de que el congestionamiento vehicular nadie puede solucionarlo. “Ni un experimentado perito en temas viales, y ni siquiera un mago”, exclaman personas hastiadas con esta tortura diaria que se arrastra desde hace tiempo, bajo simples argumentos: las calles son angostas, la urbe “no da para más”, y muchos otros “justificativos”. Pero no se ve, o no se quiere aceptar que también se trata de un factor de falta de autoridad, dado que nadie, al parecer, puede obligar a los comerciantes -constituyen una de las causas de este embrollo- a retirarse de la vía pública, sean aceras, calzadas, y demás espacios urbanos, para que puedan realizar las obras necesarias. Si alguien quiere hacerlo, es suficiente una marcha de protesta a fin de que dejen sin efecto toda buena intención.

La avenida Buenos Aires, “embotellada” eternamente, es la muestra, donde el gremial asentado en la misma prefiere “vivir” así, al igual que varios dueños de casa, sin que les interese el perjuicio que ocasionan a los demás, y menos al progreso y la modernidad. En cuanto a la Ceja alteña, la inequívoca ausencia de autoridad, y el caos que fomentan los conductores, hace que virtualmente sea inviable hallar una solución. El lugar ya requiere “a gritos” un moderno distribuidor, como en otros países, a fin de que se logre descongestionarla, pues en la misma ya no hace falta un “puentecito” más, sino una obra quizá de dos o tres elevaciones. ¿Alguien osará realizarla, y así “molestar” a las bravas “bases” gremiales y de transportistas?

El otro caso está relacionado con las notarías. Se dijo ya que todas son nuevas y no obstante ¿solucionaron los problemas que sus antecesores dejaron? ¡No! Anteriores notarios, por ejemplo, entregaron documentos a sus sucesores sin las firmas de uno o dos testigos presenciales, e inclusive carentes de la rúbrica del mismo Notario, acaeciendo que pese al cambio notarial total, los nuevos tampoco hacen mucho, no denuncian a los anteriores y se lavan las manos diciendo: busque al testigo, páguele sus pasajes, reconózcale algo, y dígale que venga a firmar, o haga un juicio de reposición, etc.

Por supuesto que ello le significa fuertes erogaciones, porque el testigo que es ubicado para firmar pide arriba de mil bolivianos, alegando que no es su culpa, sino del notario; en tanto éste también se hace de oídos sordos y de la vista gorda. Y por el trámite de reposición, que algún abogado ofrece hacerlo, debe erogar otros miles de bolivianos. En Derechos Reales no le ayudan, y si va con un memorial le dicen: dígale al notario actual que solo falta la firma de un testigo, no es relevante y le va a extender su duplicado. Pero no resulta así. ¿Se avanzó en beneficio de la sociedad? La respuesta es un no rotundo.

Basta este par de ejemplos para ver que aún hay mucho por hacer en pro de la población, empero de persistir los viejos vicios no se puede avanzar mucho, quedando librada la ciudadanía a la “libre demanda y oferta de mordidas, coimas, sobornos”, o como se quiera llamarlas. Todo ello causa desazón diaria al ciudadano de a pie.

 
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