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Tertulia

Una experiencia literaria diferente

> Punto de encuentro de lectores fieles y auténticos bastiones de resistencia analógica en el universo digital, los clubs de lectura están más vivos que nunca


EL PUNTO DE ENCUENTRO DE QUIENES AMAN LA LITERATURA Y LA DISFRUTAN DE MANERA CONJUNTA.

España.- Las bibliotecas municipales siempre tienen varios en marcha –ya sea de ciencia ficción, novela gráfica o literatura japonesa, por citar solo algunos–, pero no son las únicas. Algunas librerías ofrecen la posibilidad de unirse a los clubs que proponen sus libreros, mientras que en otras son los lectores quienes se organizan entre sí e incluso hay museos que se suman a esta bonita costumbre de leer –y comentar lecturas– en colectivo.

La Central cuenta desde hace años con los “gabinetes de lectura”, donde, además de lectores, suelen invitar a escritores, editores y expertos en las áreas temáticas que tratan, que van desde el cine a la filosofía, pasando por la narrativa contemporánea. “Nos planteamos la librería como un centro cultural, un lugar de encuentro e intercambio, no solo de venta de libros, y los gabinetes de lectura son una de las partes importantes que hace La Central especial”, explica Begoña Minguito, del departamento de Comunicación y Programación de actividades La Central-Madrid. Los gabinetes los coordinan los propios libreros, son ellos quienes piensan las temáticas, eligen los títulos y los invitados. La actualidad es uno de los ejes sobre los que giran los gabinetes de cada temporada, que sirven, además, para dar a conocer las novedades editoriales. Asistimos a una de las sesiones del gabinete titulado Contra todo pronóstico: escritoras que hacen ¡bang!. La de hoy está dedicada a la autora francesa Annie Ernaux, concretamente a su novela Los años. Nada más entrar en la librería, una de las asistentes reconoce: “He llorado tanto con esta lectura…”. Llega puntual a la cita en el sótano de La Central de Callao, donde no tardan en aparecer el resto de participantes, casi todas mujeres. Presenta la sesión la coordinadora de este gabinete, Sara Valenzuela, y Miguel Lázaro, editor de Cabaret Voltaire. Mientras charla sobre el libro, las participantes escuchan atentamente y algunas toman notas antes de comenzar a compartir sus impresiones, espoleadas por las preguntas del editor, que animan a que surja el debate.

En Cervantes y Compañía, son los lectores los que organizan su propio club de lectura. Lo empezaron en 2013 varios amigos que se conocieron en un máster de escritura creativa. “Decidimos juntarnos cada 15 días, con idea de compartir lecturas que nos ayudaran en el proceso de aprender a escribir. Al principio nos reuníamos en la hamburguesería Strawberry Fields de la calle Carranza”, cuenta Juan J. Gómez, coordinador de este club que lleva por nombre “Clup de lectura Antonio López Tola”, en honor a uno de sus miembros fundadores, que falleció hace tres años. Ahora se reúnen una vez al mes y han cambiado la hamburguesería por la librería. “Buena parte del placer de ir al club proviene del encanto añadido de juntarnos en la librería, en alguno de esos sótanos abovedados maravillosos, como si formásemos parte de alguna conjura secreta. En realidad, no es tan descabellado, leer libros es hoy día un acto bastante subversivo”. El club lo forman unas 20 personas; cada miembro propone un título y el mes anterior se encarga de presentarlo a los demás.

Procuran que sean libros de unas 250 páginas –aunque en temporada estival eligen lo que denominan “el tocho de verano”–, fáciles de encontrar y, lo más importante, que quien lo proponga aporte una razón por la que cree que todo el mundo debería conocerlo. Gómez afirma que llevan casi 70 títulos leídos y que la organización es clave: “Alguien tiene que ser muy firme e imponer orden”. Cuando terminan y como manda la tradición madrileña, se van al cercano bar Dos Passos y le ponen la guinda a la sesión con una caña bien fría y una cazuela de albóndigas. “Todos los lectores llevamos dentro a un librero, a un crítico y de algún modo también a un autor. Pero lo que de verdad aporta de las reuniones es escuchar. Es frecuente que salgas del club con la sensación de que tienes que volver al libro que acabas de leer porque lo que ha dicho otro te ha cambiado por completo la lectura que traías de casa”.

Por su parte, la biblioteca del Centro de Arte Dos de Mayo, en Móstoles, también acoge desde 2014 grupos de lectura. Comenzaron a raíz del proyecto Saber con quién se trata, donde se leían textos en torno a los diferentes acuerdos, contratos y relaciones que definen nuestra vida cotidiana. “Esto fue el motor, pero cuando acabó, el grupo de lectoras y la moderadora, Tamara Díaz Bringas, querían continuar leyendo juntas, así que el museo acogió ese deseo para que se siguiera haciendo en los años sucesivos”, explican desde el departamento de Educación y Actividades Públicas del centro. Aunque las sesiones suelen ser temáticas –han girado en torno al cuerpo, el monstruo, la ciencia ficción–, desde el CA2M reconocen que disfrutan desbordando el tema a tratar, de manera que este sea solo un punto de partida. Este 2019, el grupo está dedicado a la literatura erótica y moderado por Eva Garrido. “Parte de que no sabemos lo que es la literatura erótica o lo erótico. Es un género bastante confuso y eso nos parece muy interesante. Leemos textos que cuestionan lo que podemos considerar la literatura erótica hegemónica para ensanchar esta idea”. Tanto la moderadora como quienes participan en el grupo pueden traer vídeos o textos relacionados con la temática de la sesión. “A veces, bajamos a las exposiciones del museo para relacionar lecturas con lo que ahí se expone o proponemos ejercicios que conecten con las lecturas… Siempre estamos inventándonos maneras nuevas de leer en colectivo”. (El País)

 
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