El liberalismo y la pasión por la libertad

Fermín Cáceres B.

El liberalismo debe ser entendido no tanto en el sentido político sino por la tendencia a la libertad individual, económica e intelectual, y por su política de reformas democráticas.

El liberalismo económico aseguró la prosperidad de los países europeos, y el desarrollo progresivo de la economía liberal. Es indiscutible que el liberalismo fue la base de un extraordinario desarrollo y, a la vez, consecuencia y causa de los progresos de la industria y del enriquecimiento de la clase media, no de la pobreza del proletariado. El triunfo del libre cambio orientó aún más la estructura social hacia la actividad industrial. Así, en la época en que la Comunidad Europea evolucionaba bajo el signo de la libertad individual, el libre desarrollo intelectual y el liberalismo económico, el socialismo marxista-leninista introdujo en occidente las concepciones del autoritarismo y el anti individualismo.

El progreso de la industria y de la agricultura por la mecanización, la expansión del sistema de transporte y la creación de grandes líneas de navegación impulsaron la prosperidad a límites insospechados. Los trabajadores se adaptaron a la nueva organización industrial, en vez de oponerse al capitalismo, con una lucha que podía comprometer su suerte, participando más bien de la creciente prosperidad. De aquí surgió, en los medios más avanzados de la clase obrera, la iniciativa de impulsar la instrucción de los trabajadores y agruparlos con fines de organización económica, creando bibliotecas y salas de lectura y organizándose instituciones educativas que se encargaban de adaptar la mano de obra a las necesidades industriales, con el fin de elevar los salarios, crear Cajas de Seguros para accidentes, enfermedad, para concesión de pensiones, etc.

Adoptando los principios del liberalismo, el mundo obrero se organizaba. Así mismo, el liberalismo económico produjo en los países de occidente una insospechada prosperidad, inédita en la Historia. Salta a la vista que el liberalismo económico, por encima de ideologías políticas, proporcionó al mundo una nueva estructura y equilibrio.

El liberalismo económico al crear un nuevo sistema de cambios y multiplicar por la banca los recursos de crédito y pago, desvió a los países pobres la corriente de capitales excedentes, para proporcionarles recursos para construir fábricas, medios de transporte, explotar sus recursos naturales, comprar sus materias primas, impulsando el trabajo y el perfeccionamiento técnico.

Es indudable que el régimen capitalista liberal ha fomentado en ocasiones la pobreza, pero también es cierto que a partir de las postrimerías del Siglo XIX se observa las primeras mejoras en pro del obrero. La pobreza ya no alcanzaba el nivel anterior a la expansión capitalista.

El liberalismo defiende la protección del Estado a todos por igual, sin tener en cuenta raza, credo y clase.

El crecimiento económico vertical de la República Popular China es el mejor referente de que el modelo liberal occidental de desarrollo ha alcanzado su límite óptimo.

En Bolivia el liberalismo fue incipiente, no logró desarrollarse, por una serie de carencias.

El liberalismo defiende firmemente su pasión por la libertad política, religiosa, económica y civil. La nación que cree en el liberalismo, cree en la “tierra de los libres”, fortalece sus libertades, mediante la Declaración de Derechos, mediante la legislación y el procedimiento judicial destinado a corregir la injusticia social, mediante la educación liberal y la liberalización de los credos religiosos, mediante la emancipación de la mujer, y mediante la buena acogida a los extranjeros perseguidos políticos que llegan.

Sabemos que muchos pueblos del mundo han conocido la libertad, como se la conoce actualmente; que ningún pueblo ha conquistado jamás la libertad sin sostenidos esfuerzos y amargos sacrificios, y que aún en nuestro tiempo, hay naciones que han perdido su libertad bajo los regímenes izquierdistas totalitarios. El movimiento que inicia el liberalismo no es revolucionario, sino de una profunda reforma. Una sociedad autoritaria es el extremo opuesto de una sociedad liberal.

El liberalismo y el socialismo marxista-leninista son, pues, polos opuestos.

En el liberalismo, el amor a la libertad debe estar en la propia sangre. Por cierto, se demuestra por su arraigada afinidad con la libertad y la profunda repugnancia por todas las formas de tiranía. Las libertades que se hereda no son parte de las dotes con que se nace, sino que son bendiciones conseguidas penosamente y que fácilmente se las puede perder.

El auténtico liberalismo se halla, en esencia, en el extremo opuesto al socialismo totalitario, y un liberal genuino es el más convencido opositor que uno puede imaginar de cualquier forma de dictadura.

Las formulaciones del credo liberal, se resumen en:

1) El pueblo debe conservar el supremo poder político en sus propias manos por dos razones: negativamente, porque ningún individuo o grupo puede ser investido del poder absoluto. Positivamente, porque es justo que mandatarios responsables y honestos, asuman los deberes de gobierno.

2) Tal gobierno es posible únicamente bajo el “gobierno de la ley”, esto es, en una sociedad consagrada al principio de legalidad, por oposición al gobierno ejercido en virtud del capricho y la voluntad arbitraria.

3) El Estado no es una entidad mística más valiosa que sus miembros, y no tiene derecho a considerar a ninguno de ellos como cosa disponible.

El espíritu del liberalismo: la familia, la escuela y la Iglesia.

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