Tragedias nacionales

Desde hace un par de meses nuestro país enfrenta la terrible tragedia de los incendios en la Amazonia, que ya han devorado hasta el presente algo más de 5 millones de hectáreas, sin que haya muestras claras de que los mismos se apaguen definitivamente a corto plazo. Dos elementos son claros, los medios con los que enfrentamos esta tragedia han sido y siguen siendo rudimentarios frente a la magnitud de este fenómeno.

A lo anterior se añade la increíble actitud del Gobierno que se ha negado y sigue negándose a declarar al país en Estado de tragedia nacional, que hubiera viabilizado una asistencia masiva de medios modernos y recursos humanos calificados para enfrentar este fenómeno. La causa de esta actitud, una declaratoria de falso orgullo que pretende demostrar al resto de los países que tenemos la capacidad suficiente para enfrentar solos estos problemas. La otra explicación parecería ser que por causas naturales se estaría cumpliendo el deseo de ampliar la frontera agrícola destinada a proporcionar tierras ya despejadas de bosque para que algunos miles de colonizadores de las tierras altas puedan trasladarse para cultivarlas. Como parte de este segundo deseo político hay manos dañinas que, una vez apagado el fuego en ciertas partes de la zona afectada, vuelven a encender el fuego, como lo han declarado grupos de policías y voluntarios trabajando en la zona.

El deseo de habilitar tierras que, en un principio fue claramente explicitado por el señor Vicepresidente del Estado, estimado en un millón de Ha/año, claramente fue superado por circunstancias naturales que también están afectando a otras partes del mundo. Ojalá que el problema pueda terminar en breve con las lluvias que se avecinan, pero el daño está hecho, la tragedia consumada.

A lo anterior hay que añadir la urgente necesidad de modificar las condiciones de propiedad de la tierra en la parte andina del país, con objeto de crear un mercado de tierras que permita generar las condiciones para una agricultura comercial más eficiente y competitiva.

La segunda tragedia que vive el país es de orden internacional, la empresa encargada de administrar los puertos de Arica decidió incrementar las tarifas para el manejo de la carga internacional en el mismo, en un porcentaje excesivo, determinando la retención de más de 800 camiones en ese puerto, lo cual vulnera por completo el acuerdo binacional de libre tránsito en el mismo Tratado de 1904. Pero este no es un fenómeno nuevo, Chile provoca huelgas artificiales de los trabajadores del puerto de Arica, con el propósito de causar daño a la economía boliviana. Claramente desean ahogar nuestra economía para tener un enemigo en la miseria.

A lo anterior se suma el interés de Chile de prestar una mejor atención a la gigantesca carga que debe estar ligada a los puertos del norte con la habilitación del ferrocarril bioceánico que conecta a Brasil con los puertos del Pacífico.

Resulta evidente que se hace necesario acelerar la conexión de nuestra carga del Oriente y Occidente por el puerto de Ilo. Personalmente creo que desde que existió la Confederación Perú-Bolivia, tenemos un mejor aliado en esta parte del continente, cuyas condiciones de conexión terrestre y portuaria deben mejorarse para derivar un porcentaje adecuado de nuestra carga hacia el Pacífico.

La otra vía que debe usarse con mayor intensidad es la de Puerto Busch para desviar parte de nuestra carga marítima hacia el Atlántico, de otra manera seguiremos siendo perjudicados por Chile. Como parte de su estrategia anti Bolivia.