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[Augusto Vera]

Contra viento y marea

Conclusiones del primer semestre


Tres semanas habían transcurrido desde que el candidato por Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, denunciara vehementemente que se había perpetrado un gran fraude propiciado por el MAS, en aquella vergonzosa jornada del 20 de octubre de 2019. La renuncia de Evo Morales a la primera magistratura de la que perdidamente se enamoró promoviendo un idilio aparentemente irrompible, fue replicada por su Vicepresidente, y yo diría inconsultamente, por los Presidentes de las cámaras legislativas. Y se acabó uno de los regímenes, en democracia, más autoritarios y corruptos de la historia de Bolivia.

La sorpresa colectiva que generó la determinación del tirano derivó en un desconcierto sobre el futuro gobierno. La metida de pata de Adriana Salvatierra y de Víctor Borda permitió que una desconocida en el ámbito político, o cuando menos extraña a la élite de ese peligroso medio, en un inédito ceremonial, pero apegada a la Constitución Política del Estado, asumiera el mando de la Nación, la actual presidenta Jeanine Áñez. No solo no buscó la primera magistratura, sino que nunca se imaginó que pudiera, desde la segunda Vicepresidencia de la Cámara de Senadores, erigirse en primera autoridad del país. Y a ese respecto, ahora, después de seis meses de ese hecho, me pongo a pensar en que los bolivianos debemos estar preparados para todo, porque acá nada es imposible. Una Presidenta que fervorosamente adujo que candidatear para revalidar su mandato, esta vez con el apoyo ciudadano, sería traicionar a la ética y de todas maneras lanzarse a la arena competitiva, deja muchas dudas sobre sus intenciones, sobre todo por la incompatibilidad moral que, por mucho que se quiera minimizar, existe entre ejercer la Presidencia y la postulación simultánea para la contienda electoral, más que por el desconocimiento a su palabra que, en el contexto de la política, es asunto de segundo orden. La línea que separa ambas calidades es tan fina que un pisotón es suficiente para borrarla, fundiéndose los roles, de manera que el principio de igualdad para una competición sana que refleje exactamente la voluntad popular, parece ser imposible.

Comenzó muy bien, lidiando contra los pataleos de lo que quedó del masismo y sus invectivas, hasta lograr una pacificación que la hizo avizorar como figura estelar de la reconquista plena de la democracia. Fue valiente y resuelta en la hora de adoptar determinaciones que de todas maneras no evitó el derramamiento de sangre de más de una treintena de bolivianos en cuya participación insulsamente los agitadores pretenden involucrarla, cuando la responsabilidad exclusiva recae en la fiereza de los métodos violentos aprendidos de la criminal lucha de clases y del racismo cavernario promovidos por doctrinas moribundas en la región.

La renuncia del ministro Justiniano en circunstancias no muy claras, así como de otros miembros de su gabinete, daban las primeras señales de que el régimen no era una taza de leche. Ese sería únicamente el aviso de una serie de posteriores escándalos de corrupción, e irregularidades y alguna violación a la libre expresión que fueron destapados, condenados y que son de dominio público.

Pretendo ser ecuánime a tiempo de enjuiciar la gestión interina, y en consecuencia es indiscutible que resulta inhumano anteponer la realización de elecciones hasta los últimos días de julio de este año, cuando el gobierno tiene la responsabilidad constitucional de combatir contra la pandemia que nos ataca, lo cual no significa que del lado del Ejecutivo y amparado en ese motivo, se prorrogue en el poder indefinidamente. Las elecciones generales no son un tema de tratamiento inmediato, pero no puede ser un asunto de consideración sin término. El país necesita un gobierno no de perfección, porque eso no existe, pero tampoco solo uno menos malo que el anterior. La historia inmediata reclama un gobierno serio, con contrapesos, porque está comprobado que las hegemonías son el cáncer de la democracia, la consumación del sometimiento.

El autor es jurista y escritor.

 
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