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[David Foronda]

Credibilidad política por el suelo


En pasadas décadas, aún hasta hoy, la falta de credibilidad estaba ligada generalmente al incumplimiento del que hacían gala las personas que, habiéndose comprometido para la entrega de determinadas obras o trabajos en tal o cual fecha, no lo hacían de ese modo, lo que motivaba una serie de pleitos y malos entendidos que, felizmente, se puede decir que luego eran resueltos con base en la paciencia y amistad. Deplorablemente era común escuchar que tal artesano --sea zapatero, albañil, sastre, carpintero y de otros oficios-- no dejaba de ser “farsante”, por ende incumplido, aunque no todos los componentes de esos nobles gremios mostraban esa actitud, pero, bien se dice que “unos cuantos, unos pocos, hacen quedar mal a todos”, lo que sucede en todo campo del quehacer humano.

Credibilidad es la cualidad de creíble, mientras que creíble, que viene del latín credibilis, se refiere a “que puede o merece ser creído”, además de que “para tener credibilidad, la persona o la información deben generar confianza en los demás”, fuera de que la base de credibilidad, dicen, debería ser siempre la honestidad. En los tiempos que corren, la falta de credibilidad dejó de ser aquella con la cual se achacaba únicamente a aquellos sacrificados artesanos, y hoy está enfocada en muchos miembros de la sociedad, tales como jueces, fiscales, abogados, o en los componentes de las fuerzas coercitivas, entre ellos policías y otros, y se dirigen más a integrantes de la denominada “clase política”, la que al respecto resulta ser la más vapuleada por grandes estamentos de la colectividad boliviana. Por cierto que no se generaliza a todos, pues siempre están, y felizmente son mayoría, los que cumplen con sus obligaciones a cabalidad…

Ante lo cual, tras una rápida mirada o un ligero sondeo, bien puede llegar cualquiera a la conclusión de que, en la actualidad, los políticos y “politiqueros” son los mayormente cuestionados, puesto que “un día dicen una cosa, ofrecen el oro y el moro, el cielo y la tierra, y en otro, se desdicen de todo lo que dijeron, y luego hacen otras cosas”, algo que tiene visos de una contundente evidencia. Eso es lo que pone en ascuas al país, a los pobladores de estas latitudes: falta de credibilidad, incumplimiento de la palabra empeñada, ya que, dice la gente, “ávidamente siempre buscan arrimarse al poder solamente para sus propios fines”, la misma que --siendo bastantes de ellos de mucha edad y experiencia-- sentencian: “Bolivia casi siempre ha tenido mala suerte para tener presidentes, cuándo se podrá superar esta triste situación”.

De ahí que en esta época de incertidumbre que parece apropiarse de la mente de unos y otros, es urgente exigir, más a los políticos, que puedan dar muestras de desprendimiento y verdadero amor por la Patria, para así colmar de certidumbre a toda la familia boliviana, dejando de lado las angurrias, apetitos político-partidarios e intereses mezquinos, pues Bolivia busca una luz al final de ese laberinto al que fue empujado, casi siempre, por las pasiones desenfrenadas de aquéllos.

 
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