Publicidad

    


Seguridad ciudadana, pandemia y factor político

Ariel Torrez Guerra

Recordemos el tan trillado slogan “La Seguridad Ciudadana es responsabilidad de todos” u otra que decía “es tarea de todos”, etc. Contextualizando más adecuadamente, la seguridad ciudadana se refiere a condiciones, económicas, sociales, políticas, culturales y policiales que permitirán encaminar al pueblo hacia una adecuada convivencia ciudadana. Quienes vivimos en nuestra amada Patria, hoy estamos pasando un duro momento de desasosiego y es una verdadera prueba del sentido de pertenencia de sus actores, pero también de evaluar su capacidad de asombro.

Pues bien, el escenario actual por una inicial epidemia sanitaria local y luego regional asiática, convertida en una letal pandemia global, por supuesto que afectó las condiciones de la seguridad ciudadana. Perversa circunstancia que permitió conocer, en los países del orbe, verdaderamente las dimensiones de las administraciones públicas y la construcción de sus institucionalidades, alojadas en sus estructuras orgánicas, generando desconcierto y desorden social en menor y mayor medida.

En nuestro medio, el sistema de salud en todos sus componentes se lo percibe paupérrimo, situación cruel para los usuarios, y eso que nos tenían acostumbrados a un nivel de victimización alarmante, por hacer filas, falta de camas, enfermedades como cáncer, renales, insuficientes laboratorios y muchísimos etcéteras. La salud fue descuidada por muchos años dolosamente, o al menos por negligencia soliviantada por políticas públicas erróneas e improvisadas, esencialmente politizadas y disputadas por el interés económico y/o político, en el gran marco de la subcultura de la corrupción endémica, sitial que tenemos históricamente.

Sin duda, esta tragedia es más que suficiente para que una colectividad adoptase actitudes proactivas de involucramiento y compromiso con la defensa y protección de todos, es decir, gobernantes y gobernados desde su sitio de actuación social. Y así ocurrió en un principio en nuestro medio, también sus habitantes inspirados y sensibilizados por la desventura que vimos en tiempo real, sufrida en los países europeos; donde la solidaridad, coordinación, disciplina, acatamiento, sinergia y casi nula especulación, se apoderó del colectivo ciudadano. En cambio en nuestro país fue un espejismo y nada más que eso.

Claro, afloró lo que tenemos en nuestra sangre latinoamericana, con sus diferentes matices y características socio-económicas y culturales, lo que se refleja penosamente con mayor acentuación en nuestro medio, por todo lo que hacemos como sociedad, claramente anteponiendo los intereses de grupo y personales en desmedro del interés nacional, todo ello en la plataforma de la política, que si bien siempre debe existir en democracia, pero muchas veces es perversamente utilizada y ahora con un agravante que lastima las fibras más profundas de la sensibilidad de nuestra sociedad; es decir, pandemia más pugnas políticas, triste mezquindad.

Que fácilmente se diluyen en muchos, ¿y qué?, descaro en otros muchos, pretender que los recuerdos de los terribles conflictos sociales que generaron luto, dolor y trauma en la familia boliviana, se aíslen de la conciencia nacional. Nos referimos a lo ocurrido hace pocos meses, acontecimientos luctuosos que devinieron de un hecho generador fáctico, como la vileza, abuso y un planteamiento oblicuo de bienestar y progreso que pudo ser bueno, pero se obnubiló por el prorroguismo y el carácter autocrático, siendo el punto de inflexión las elecciones de octubre pasado.

Qué podemos decir cuando las acciones jurídicas, por el estamento político primigenio de la función legislativa, son conducentes a controversias y polarizar los afectos y desafectos de los bolivianos y bolivianas, como la disputa de las competencias constitucionales para la promulgación de las leyes; el ascenso estancado de militares que encontró otra vía; dificultades para lograr financiamiento internacional para el tema COVID 19; generación de normativa respecto al dióxido de cloro, porfiando un tema técnico-científico por un aspecto normativo; la rebaja de alquileres de inmuebles para vivienda y comercio, sin mirar la integralidad de la problemática en prospectiva; el forzado plazo para las elecciones nacionales, marginando la opinión científica-médica, cerrando los ojos ante la realidad nacional, situación que ha arrastrado a los miles de incautos y olvidadizos, pero también a los malintencionados e irresponsables. Sí, es así, como en tiempos de la anterior normalidad tenemos mítines, bloqueos, marchas, robos, y ahora hasta atentados terroristas y verdaderos atentados contra la salud pública con el tema de bloqueos en botaderos.

Por otro lado, los esfuerzos también normativos y de gestión para llevar adelante la gobernabilidad y la buena transición que tiene que fortalecer nuestra democracia, luego de superar satisfactoriamente y con nota alta una pacificación que parecía incierta, pues ahora pareciera que ambos elementos transitan en calles muy pedregosas y cual ruedas metálicas de ese carro, hacen sentir una dureza y bulla que se traducen en las vicisitudes actuales que intranquilizan y ponen en vilo la tan ansiada seguridad ciudadana que todos necesitamos y cuya primera línea de atención --y siempre fue así-- será nuevamente la institución policial. Es la única que tenemos, en cuyas espaldas recaerá esto que parece una carga social consuetudinaria, colocándolos siempre en el medio de las inconformidades e impotencias interesadas, y sobre todo la incapacidad de conciliación y coordinación para lograr, como en muchos países, la paz pública en democracia y la resolución de conflictos por medios no violentos.

En el pasado octubre se hizo visible la incongruencia que existía y existe entre los dos tercios legislativos y la voluntad popular. Es una traducción veraz de la democracia representativa y participativa que no debe extraviarse en tiempos de pandemia, como no debe extraviarse el sentido de pertenencia a nuestra Patria. Tenemos que recobrar la capacidad de asombro, todos los actores, esto siempre dará coherencia a la variable dependiente que es la seguridad ciudadana, valor y patrimonio público que solo apreciamos cuando estamos a punto de perderlo.

El autor es licenciado en Administración Superior en Seguridad Pública.

 
Revistas

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (219 Kb)      |      


 
 
Publicidad