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Cerca de la muerte y lejos de la familia

Jacinto Batiz

Ante el COVID-19 se ha contemplado una triple y triste realidad: por un lado, un enfermo grave, sufriendo y sintiendo cerca su muerte, pero solo. Por otro, su familia, sufriendo también por su familiar, sintiéndose impotente, lejos de él, sin poderle acompañar y, lo que es peor, sin poderse despedir de él. En tercer lugar, los sanitarios que le atienden sufriendo por su incertidumbre de poderle curar y luchar contra la muerte. Una pandemia que ha creado sufrimiento a todos por encontrarse cerca de la muerte y lejos de sus familias. Además de los temas sanitarios han convivido otros asuntos que también han generado inmenso sufrimiento, como la soledad, la muerte y las familias.

LA SOLEDAD

Sentirse a salvo, estar acompañado y tener conciencia de ello es fundamental para soportar la soledad física. Cuando tenemos que cuidar a un enfermo, la cuestión de la soledad es fundamental, porque cuidar a un ser humano es, en primer lugar, estar con él, no abandonarle a la soledad dolorosa. Es precisamente entonces cuando la experiencia de la soledad obligada, la experiencia del abandono es particularmente negativa y tiene efectos muy graves en el estado anímico del enfermo. Necesita sentirse que no es abandonado ni por los sanitarios ni por su familia y amigos. Desea sentirse acompañado, necesita sentirse querido. El acompañamiento más íntimo que necesita quien se está muriendo es el de otro ser humano. Por eso la compañía es la mejor medicina que podemos ofrecer a los enfermos que, sin duda, los sanitarios también se la han administrado. Ellos, cuando le atendían, se daban cuenta de que necesitaban algo más que la ciencia que le estaban administrando, necesitaban acercamiento humano, necesitaban compañía, necesitaban no estar solos.

LA MUERTE

La sociedad actual está negando la muerte. No la queremos aceptar, no la queremos contemplar y, si podemos, la queremos olvidar. Parece que este asunto de la muerte no va con nosotros. Pero en esta pandemia las cifras nos han recordado que también va con nosotros y es cuando hemos sentido miedo de que fuéramos nosotros o algunos de nuestros seres queridos quienes figurásemos en esa trágica lista de muertos.

Cuando asistimos a los moribundos y contemplamos su muerte acompañada por los suyos nos parece que al menos el enfermo se muere bien. Pero cuando contemplamos la muerte en soledad nos entristecemos y pensamos que nos es digno que una persona muera sola. Para la familia del enfermo pensar que su ser querido ha muerto solo, sin haberse podido despedir, le crea un inmenso sufrimiento y le va a crear un duelo, ante su pérdida, muy largo y seguramente patológico.

Por otro lado, enterrar, incinerar, despedir dignamente a los muertos es una circunstancia que todas las culturas han contemplado como algo muy propio de rendir el último homenaje a nuestros seres queridos. Tampoco se ha podido llevar a cabo este último acompañamiento de despedida, lo que ha provocado un profundo dolor.

LA FAMILIA

Para los enfermos ante esta situación de Pandemia en España, que a más de 28.000 personas ha llevado a la muerte sin duda alguna que la familia lo es todo. Por las circunstancias especiales de esta enfermedad hemos tenido que luchar contra ella de manera técnica y bastante despersonalizada, obligados a que la familia deje al enfermo solo, ingresado en centros hospitalarios y residenciales. Aunque los profesionales han sido conscientes de las necesidades reales de estos enfermos, no han podido salvar las trabas, condicionados por la contagiosidad del virus, para que las familias pudieran permanecer con ellos sabiendo que esto les iba a provocar un factor de soledad y angustia. La familia también ha enfermado por el impacto emocional generado por esta situación. Es necesario conocer bien el comportamiento del COVID-19, su prevención y su tratamiento eficaces, pero también para esto hay que buscar alguna estrategia eficaz a fin de que no vuelva a ocurrir la próxima vez.

La compañía a los moribundos hará que no mueran en la soledad sino con la dignidad de un ser humano, cogidos de la mano y con la caricia de sus seres queridos. Cuando llegue la muerte que no sea en soledad, lejos de su familia. Esta pandemia se ha cebado en lo emocional de las personas, enfermos, familias y sanitarios. Cada uno de ellos ha tenido un gran sufrimiento por haberse encontrado cerca de la muerte y lejos de sus familias.

El Dr. Jacinto Bátiz es director del Instituto para Cuidar Mejor, Hospital San Juan de Dios de Santurtzi.

medicosypacientes.com

 
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