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Huelgas, derecho y castigo para el pueblo


 

La huelga, un derecho constitucional que tiene vigencia en la mayoría de los países, es un bien que esgrimen los trabajadores en pos de conseguir mejoras salariales o de otro tipo que aspiran a condiciones más satisfactorias de vida para sí y para sus entornos familiares, es, como contraparte, perjudicial y negativa por las consecuencias que tiene en la economía de las naciones; un negativismo que, a su vez, redunda también en contra del mismo trabajador porque disminuye las posibilidades empresariales para hacer realidad las exigencias que han dado lugar a la extrema medida.

La huelga es, por otra parte, un arma política que esgrimen los contendientes por causas partidistas, por la imposición de ideologías o por protestas organizadas en favor o en contra de situaciones especiales de la vida de los pueblos. La huelga, si bien es un derecho de los trabajadores, es también perjudicial para los pueblos que ven afectadas sus labores, su vida hogareña y crea el temor a perder el trabajo.

Estas son realidades que por un lado benefician a los trabajadores y por otro los perjudica al restarles posibilidades para conseguir mejoras sustanciales en sus ingresos o en el trato que demanden para sí o sus familiares. Bien y mal se conjuncionan y que, con la debida planificación, las políticas previsoras y la buena voluntad de las partes, pueden ser superadas en beneficio de las partes en conflicto; pero, no siempre entienden este tipo de razonamientos los que se encuentran enfrascados en conflictos que son efecto de caprichos, consignas o empecinamientos ajenos.

Las empresas están en el deber de planificar en debida forma tanto sus presupuestos como sus medios o sistemas de trabajo y, sobre todo, los aspectos sociales que no pueden ni deben descuidarse porque de ello depende la producción que, a su vez, es la razón sustantiva del trabajo empresarial.

Es muy importante que empresarios y trabajadores, carentes de intenciones anarquistas conducentes al caos, antes de llegar a los extremos de una huelga, piensen serena y honestamente lo que vayan a conseguir porque la huelga, así beneficie con alguna conquista importante a los trabajadores, con seguridad causa daño a la empresa y, cierra posibilidades futuras a quienes son los que laboran la producción. Una empresa floreciente, sin huelgas ni conflictos puede mejorar la situación de quienes trabajan, recompone y amplía sus instalaciones tecnológicas y consigue mejorar cualitativa y cuantitativamente su producción que, muy luego, deriva en utilidades favorables a todos.

Es urgente por todo lo dicho, que antes de crear las condiciones para un clima de huelga, se piense y mida consecuencias inclusive tomando en cuenta la intervención de las autoridades que deben coadyuvar al diálogo en armonía y concordia, virtudes que siempre generan soluciones equitativas y justas que dejan la lección importante: una huelga, por justa y positiva que resulte para las partes, siempre causa más daño que beneficios; en otras palabras, más son los males causados que los bienes logrados.

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