El reciclaje es la única forma de sobrevivencia para algunas familias



Los recolectores pasan sus días buscando entre los desperdicios de otras personas, es de allí donde pueden sacar insumos que luego se convierten en el pan de cada día para sus familias. Muchos ignoran las enfermedades que rodean estos basurales y los que son conscientes de ello aseguran no tener otra opción para mantener a sus hijos.

“Hay que tener amor y paciencia para trabajar donde quiera que estemos”, expresa Patricia Pérez, nombre ficticio de una mujer recolectora de materiales reciclables. Con el rostro tostado por el sol y el signo de que los años le han curtido el rostro, no se fija en cómo se va a vestir ese día. Debe tener la ropa ligera y muy usada, porque le espera una dura jornada.

Junto a su madre, como ocurre con otras familias, se predispone a salir de su hogar cada puesta del sol para tener que rebuscar entre los basurales de la zona Ballivián, materiales como plásticos, papeles y cobre. Ese material no vale nada para el resto, en cambio para ella es el medio de sus subsistencia, porque recibe de los recolectores mayores dos bolivianos por kilo.

“Como máximo a veces al día logro recolectar cinco kilos, a veces un kilo y una vez ni siquiera una botella he podido recolectar”, expresa Patricia mientras acomoda sus sacos de botellas plásticas con la destreza propia de quien lleva cientos de horas en esta faena.

En el recorrido de EL DIARIO se pudo encontrar a otra persona. Esta es una anciana que posa su humanidad sobre una banca improvisada en plena avenida Alfonso Ugarte. Como la vitalidad no se lo permite, ella prefiere esperar que la gente tire desechos en plena vía circular donde con un pequeño garrote elige el material reciclable, el que sirve para meter en unas bolsas viejas que luego llevará a pesar del peso hasta su casa donde cumple la segunda tarea consistente en la separación del plástico y nylon.

Estas dos pequeñas historias forman parte de otras tantas de personas que han elegido este medio de vida para su subsistencia. “No alcanza para ahorrar, apenas para vivir al día”, comenta la mujer.

Tanto varones como mujeres se siente orgullosos por contribuir de alguna forma al medio ambiente, sin embargo; algunos están conscientes de los riesgos que puede correr su salud al no tomar las precauciones suficientes de protección a la hora de revolver entre escombros y basurales el producto esperado.

Un segundo grupo, trabaja en el mismo rubro, pero no tiene que deambular por calles y basurales. Son familias que se dedican a negociar con la venta de estos materiales, es el caso de Rolando Quispe y Nelly Suxo quienes tienen un puesto de compra y venta de plásticos, papeles, fierros, ropas “de todo”.

Su trabajo consiste en contratar una movilidad e ir hasta las casas de la gente que tiene botellas pet para vender. El costo varía, si ellos van con movilidad compran a un monto menor el material y si el interesado en vender los lleva hasta su puesto entonces hay una diferencia como de 0,30 centavos por kilo.

“La ropa la compramos en un boliviano el kilo, pero tiene que ser ropa limpia, los plásticos, como las botellas pet, el kilo a Bs 1,20. El papel a dos bolivianos. Con el fierro no se gana mucho, la ventaja de nosotros es que podemos sacar algunas piezas para vender por separado, es de esa manera que rescatamos. Otros adaptan éstos repuestos a movilidades”, asegura Rolando.

Asimismo, indicó que este sector de la población gana desde 45 bolivianos hasta 1.000 al mes. “Esto cubre la luz, agua y estudios de los hijos”, indica Nelly, madre de cinco menores de edad.

“Las familias asentadas con sus tiendas en la urbe alteña son acopiadoras. Los grandes recolectores se encuentran en otros países como Perú con Aceros Arequipa, es allí donde se exporta la materia prima como los fierros o metales similares. Ojalá haya una fábrica para que haya más trabajo. En la actualidad, los materiales se los están llevando bien empaquetados hacia el Perú. Nosotros somos los que recogemos de las calles somos como primera mano, los de las tiendas son como la segunda mano y los que se benefician más son las empresas extranjeras. Nuestros dirigentes sólo toman y están en corrupción”, lamentó indignada doña Patricia.

Agregó que en el país, existen muchos destinatarios de estos materiales reciclables desde artesanos hasta instituciones privadas como la Compañía Mendoza S.A. (Copelme) que tiene su principal planta de industrialización en Cochabamba. “Se envía la materia prima hasta esa ciudad para luego devolver a la ciudad de El Alto la materia transformada (papel higiénico, servilletas, etc.)”, indicó.

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