El criterio que elegirá los mejores libros nacionales

El país espera conocer los resultados del Comité Editorial responsable de la selección de los 200 libros que formarán la Biblioteca del Bicentenario, trabajo que deberá estar terminado a fines de año y para el cual se ha organizado tres comisiones que deberán entregar listas preliminares de autores escogidos. La colección comprenderá 200 textos de Historia, Geografía, Literatura y Bellas Artes y Ciencias Sociales nacionales.

Los 35 expertos que forman dicho Comité encaran en realidad un trabajo significativo, cuyo resultado sólo se podrá conocer cuando dicten el veredicto final y éste sea puesto en conocimiento del público, que será el que dé su palabra definitiva. Entre tanto, se supone que los expertos darán a conocer su opinión sobre bases sólidas, de tal forma que la opinión pública no tenga que sentirse poco satisfecha, al tener listas en las que algunos libros clasificados -tal vez bien editados, pero de contenido negativo-, se convertirán en textos de consulta, mientras otros, con deficiencias editoriales, pero de contenido positivo, sean condenados al olvido y no puedan servir para el estudio de la realidad nacional o bien estén destinados a la mayor autodenigración de la vida de Bolivia y su sociedad, para hacerla marchar hacia atrás.

La iniciativa de crear esta Biblioteca consiste, en ese sentido, en una proposición abstracta y, por tanto, en ella entran todos los que son y los que no son y finalmente los resultados podrán poner de relieve, en una mezcla increíble, libros de formas aceptables y hasta elogiables, que van contra la realidad, con otros libros, poco conocidos, que por su contenido, cumplieron objetivos favorables a las necesidades históricas del pueblo boliviano.

En realidad, el éxito o fracaso del Comité Editorial dependerá del criterio de la verdad con que proceda en la tarea encomendada. Sin que funcione ese criterio no se podrá esperar un resultado satisfactorio y, por tanto, si se produce, podrá ser objeto de críticas y rechazo final. De nada valdría que libros de orientación conservadora que miran hacia atrás sean escogidos, mientras otros, de orientación progresista que miran al futuro (que no han tenido éxito de librería o no han conseguido la calidad de best sellers), fueron condenados a la conspiración del silencio y en algunos casos hasta a la hoguera.

Si los expertos carecen del criterio de la verdad, vale decir del recurso para valorar un tema, para comprobar la veracidad o la falsedad de tal o cual aseveración o hipótesis, se deslizarán hacia el error y peor aún si no consideran que el criterio verdadero se basa en la práctica social. Los textos a escogerse para la Biblioteca deberán haber recibido su comprobación definitiva en la práctica, en la producción o en la actividad de las masas populares para la reestructuración de la sociedad. Si la teoría de un libro se aplica con éxito en la práctica, ello significa que es válido y bien merece estar presente en una biblioteca, pero si ha servido para retroceder al pasado y mantener un régimen injusto, debe ocupar el lugar que le corresponde.

De ahí que en el examen se deberá tomar en cuenta los libros cuyas ideas se cumplieron en forma progresista en la práctica social, que así han adquirido el carácter de obras científicas y que consideraron la práctica como criterio de la verdad, vale decir aquellas obras nacionales que no es preciso citar en esta oportunidad, muchas de las cuales tal vez no serán tomadas en cuenta por inclinaciones pragmáticas y actitudes que ofrecen interpretaciones tergiversadas. En todo caso, nos encontraremos con notables sorpresas en la nominación anunciada.