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Comerciante encargó la obra en 1506

“Madonna” de Miguel Ángel, tesoro escondido en Brujas



La Madonna de Brujas, un tesoro escondido en la iglesia de Nuestra Señora, fue esculpida por Miguel Ángel.

Bruselas.- La iglesia de Nuestra Señora de Brujas esconde la única obra de Miguel Ángel que salió de Italia durante su vida, una “Madonna” de mármol que sacaron de Bélgica Napoleón y Hitler y que un grupo de soldados americanos devolvió al país al final de la Segunda Guerra Mundial.

La escultura, una “Virgen con niño” de mármol de Carrara, conocida como la “Madonna”, fue un encargo de un comerciante rico flamenco, Jean Mouscron, que encomendó en 1506 la obra al artista, a quien había vendido ya algunas telas en Italia, con el objetivo de colocarla en la iglesia donde quería ser enterrado.

CIEN DUCADOS

La conservadora del museo de Brujas, Kristel Van Audenaeren, explica a Efe que, según se deduce de las cartas del polifacético artista, Michelangelo Buonarroti (1475-1564), “la obra pudo ser concebida para el altar Piccolomini de Siena”, un proyecto monumental del papa Pío III al que Miguel Ángel contribuyó finalmente con cuatro esculturas de santos, y que está inacabado.

“Por alguna razón Miguel Ángel quiso esconder esa escultura y fue traída a Brujas por encargo de los hermanos Mouscron. Es una rareza en Brujas por ser una obra renacentista, muy moderna para Flandes en la época, que inspiró después a artistas locales”, subraya la experta.

Mouscron, quien pagó 100 ducados por la obra (de 1,23 metros de alto y 500 kilos) redactó un documento en el que estipulaba que esa escultura no debía moverse nunca de la iglesia flamenca, pero la historia decidió lo contrario: después de la revolución francesa, Napoleón se la apropió para su “gran museo nacional de París”, donde hoy se encuentra el Louvre.

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Desde 1794 Napoleón fue sustrayendo piezas de sus campañas en Bélgica, Holanda y Alemania, posteriormente de Italia y también en España, con cuadros que le regalaría su hermano José Bonaparte.

Tras su caída en Waterloo en 1815, las obras fueron devueltas a sus países de origen y la estatua viajó de nuevo a Brujas, pero un siglo más tarde Hitler se volvió a “encaprichar” de ella para un sueño similar, el “Museo del Führer”, un proyecto nunca realizado por el que se incautó de centenares de obras de arte durante la Segunda Guerra Mundial.

Esa es la historia de los llamados “Monuments Men” (los hombres de los monumentos), un grupo de soldados del Ejército americano, expertos en arte, que libraron la batalla de recuperar esas obras en Europa, cuya hazaña fue llevada al cine en 2014, en una cinta dirigida y protagonizada por George Clooney junto a Cate Blanchett y Matt Damon.

La película es fruto de la investigación de Robert Edsel, que ha escrito varios libros sobre esta historia y creado la fundación “Monuments Men” para Preservación del Arte, dedicada a esos héroes de guerra y especialmente a quienes perdieron su vida por rescatar joyas del arte durante el avance aliado y restituir las piezas robadas por los nazis. (EFE)

 
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