Escenarios futuros, acciones presentes

La época Covid-19 ha desnudado y al mismo tiempo demostrado el estado de la ciencia y tecnología en el país. Del mismo modo, ha permitido vislumbrar conciencia sobre seguridad y defensa y sobre todo de desarrollo humano sostenible. Las políticas públicas también han sido llamadas al debate. ¿Cuál es el factor común en todo ello? La coyuntura, el país cree que el presente (el tiempo que alcanzamos a vivir) es lo único que interesa, si sobrevivimos el pasado ya no importa y el futuro será problema de otros.

Sin embargo, es necesario comprender que nuestro paso en este plano contiene estos tres tiempos y lo que hacemos influye en lo que somos. Como sociedad requerimos aprender y no solo quejarnos del pasado, superar nuestras limitaciones y miedos, corregir ahora aquello que obstaculiza nuestro desarrollo y proyectar de manera integral nuevos escenarios. Cuando hablamos de ciencia y tecnología, la educación debe ser la base para ella, aprendamos de esta crisis, heredamos un discurso que nos hizo creer en una revolución del conocimiento cuando se formaba una generación dogmatizada, por una parte, y despreocupada por otra, que mina la capacidad de nuestros niños y jóvenes. Ahora nos damos cuenta que lo importante no es la cantidad de horas que pasan en un aula, sino la calidad de información transformada en conocimiento, que nuestros profesores --en todos los niveles-- requieren herramientas y preparación contemporáneos y nuestros alumnos libertad y guía en sus aspiraciones y que el aula se convierte en la mente y el espíritu creador.

Una vez superada la pandemia, no debe quedar nuestro sistema sanitario y mortuorio en las mismas condiciones. Nos dimos cuenta que con poco puede hacerse mucho (miremos a El Salvador). Los escenarios futuros requieren actuar hoy en la generación de un sistema sanitario con hospitales de 3º y 4 nivel con una base sólida en los niveles de atención básica, prometidos por el Estado (ya no importa qué gobierno lo inicie o cuál la culmine). Que sea efectivo y que cada departamento cuente con una red integral, operativa y suficiente tanto en infraestructura como en capacidades humanas.

Del mismo modo, el sistema mortuorio que debería ser considerado dentro el anterior requiere actualizar protocolos de acción e infraestructura de disposición de cadáveres que optimicen el espacio existente a tal efecto. Cada departamento requiere contar con sistemas de incineración de carga amplia, disponibilidad continua y economía para la población.

Es hora de tomar conciencia y acción en el establecimiento de la ciudadela tecnológica y las redes de investigación a partir de ella. El futuro se administrará ya no por los designios políticos de intereses corporativos, y el desarrollo humano sostenible no se logrará con enfoques de economía extractivista, debe ser apuntalado por la generación de conocimiento científico que permita no depender de esperanzas y recetas milagrosas sino de datos empíricos, bases de datos objetivas y protocolos metodológicos que certifiquen los útiles que sean necesarios.

Por último, y no menos importante, el rol que desempeña cada persona, no solo en tiempos de crisis. La Policía Nacional y las Fuerzas Armadas en su papel de centinelas y portadores de seguridad y defensa, personal sanitario en el cuidado de la salud y la vida, el de limpieza y aseo que apuntala la higiene en los centros urbanos y rurales, los obreros en cada actividad productiva, los funcionarios públicos o del sector privado en sus puestos de trabajo, cada ciudadano en conciencia de Patria, permitirá afrontar nuevas amenazas y escenarios de crisis, no se dude, serán ciertos. La seguridad y defensa somos todos.

El autor es Diplomado en

Altos Estudios Nacionales.