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[Raúl Pino-Ichazo]

La ética es un bien común que honra al pueblo


Platón en su obra “La República”, específicamente en Los Diálogos, citaba la posición de Sócrates sobre que la formación del político no es ocasional, por la posibilidad de asumir un cargo público de diversa importancia y se requiere de una formación inicial desde el hogar; cuando a los niños y adolescentes se les ha de administrar una educación y una filosofía propias de la niñez y de la adolescencia y, mientras sus cuerpos se desarrollan para alcanzar la plenitud, deben cuidarlos bien, procurando así que presten servicio al desarrollo de su intelecto a través de la aproximación a la filosofía, como madre de todas las ciencias.

Al florecer en edad, cuando el alma comienza a alcanzar la madurez, hay que ejercitar e intensificar la percepción de lo que es el pueblo y cómo hay que servirlo, con apostolado, que es dedicación plena y honestidad.

La política es distinta de la ética individual, exactamente como una rama es distinta de otra perteneciente al mismo árbol. La política es una parte especial de la ética y comparte una aplicación considerable del arte y la técnica; arte por administrar la política con inteligencia, y técnica porque es necesario dominar los principios de la Ciencia Política.

Es un ejercicio de arte y técnica que está orgánica e intrínsecamente subordinado a las energías de la ética que constituyen la política; esto significa que el arte político no es autónomo, sino que se halla comprendido y encarnado en la ética, pero, ¿qué es la ética?, es la filosofía moral que tiene por objeto el examen filosófico y la aplicación de los hechos morales, entendiendo el concepto de moral tanto a la moralidad como a la ciencia de lo moral.

Lo moral concierne a algo central que parte del núcleo de libertad de la persona espiritual y a algo total que hace valer el cuño o la impronta del espíritu, en el cuerpo de la comunidad, dentro del mundo de los bienes y las cosas y en la subordinación a Dios que creó al hombre con la inclinación al bien, que es la perfección teleológica de la persona humana. ¿Por qué, entonces, existen tantos políticos corruptos?, porque Dios no solo nos inclinó al bien al crearnos, sino que nos concedió la facultad del libre albedrío y ese ámbito es de decisión volitiva de las personas, entre ambas opciones.

Todos estos elementos valiosísimos y su consecuente observación en cada acto evitan que el político se corrompa y éste eventualmente corrupto esgrima una doble moral. No puede haber una doble moral para el individuo en privado y para la actuación política, para el hombre y para la mujer, para antes y después del matrimonio y para las diversas clases sociales para que traten a todos con igualdad y sin discriminación.

El cinismo de un político corrupto observa el fin de la política únicamente como la conquista del poder y la conservación del poder, lo cual es una obra que hay que realizar. Por lo contrario, y de acuerdo con la naturaleza del hombre inclinado hacia el bien, el fin de la política es el bien común.

¿Qué es el bien común?, consiste en una vida buena, es decir, una vida que esté de acuerdo con las exigencias y necesidades primordiales y la esencial dignidad de la naturaleza humana, que es la vida recta y feliz, del conjunto social como tal, de la población; de tal manera que obliga moralmente al político a que las crecientes riquezas y herencias buenas que pueden comunicarse y que están involucradas en esa vida buena de la población, sean distribuidas entre los individuos, sin excepción, y que forman parte de la comunidad.

Frente a toda tentación de corrupción política, es decir, de lograr éxito y poder por medio del mal, la conciencia moral responde y no deja de responder, lo mismo que cuando esa conciencia moral se ve tentada por cualquier falta que pueda rendir provecho: nunca es lícito practicar el mal, cualquiera sea el bien que se pretende lograr.

El autor es abogado corporativo, posgrado en Interculturalidad y Educación Superior, Docencia en Educación Superior, Arbitraje y Conciliación, Filosofía y Ciencia Política (maestrante), doctor honoris causa (IWA, Cambridge University USA), escritor.

 
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