Ante la muerte del R.P. Jaime Postma

Los agustinos holandeses fueron enviados para su sagrada misión a la provincia Sud Yungas del departamento de La Paz, cumpliendo su misión pastoral durante medio siglo, habiéndose retirado por los años ochenta a su Holanda natal. De impecable formación moral y evangélica, los RR.PP. Nicolás Bunneer, Lamberto y Jaime Postma Teel o.s.a. y el sacerdote de color Carlos Guadama o.s.a. y otros hermanos de la Orden fueron colaborados por las Dominicas de la Presentación.

Sus obras quedaron como una profunda huella en el corazón de los yungueños. Mediante Radio Yungas, ICMY, la Casa de Formación Emaus y la catequesis viajando a la Asunta, Tajma, Ocobaya, Villa Barrientos, Irupana y otras comunidades se recibió el apoyo abnegado de los sacerdotes. Conocimos al R.P. Jaime por los años 70, tiempo en el que clandestinamente nos llevó a La Paz (*) para formarnos en Derechos Humanos. Afable, carismático, mentor de generaciones, con él cruzamos los puestos de control con su clásica sonrisa y buen humor. Los organismos de seguridad del régimen banzerista ignoraron nuestra presencia por la habilidad del padre Jaime.

Así nació el Primer Comité de Derechos Humanos, cuyo primer directorio estuvo compuesto por César Pacheco Barrientos, campesino natural de Tajma; Hipólito Chicheros, persona de color; Néstor Yepes A., el periodista Freddy Ordoñez Chavarría; R.P. Nicolás Buunner o.s.a., Jaime Postma Teel o.s. a., la Dominica de la Presentación Dora Jiménez Calle -fallecida trágicamente en cumplimiento de su servicio- y el suscrito autor de la presente evocación.

Estos recuerdos son de medio siglo atrás. Ahora nos traen la noticia sobre la muerte del R.P. Jaime, en su retiro de la tierra de los Tulipanes, que él solía recordar con nostalgia evangélica. Pastor eminentísimo, amigo, solía presentarse con el pretexto de que le invitemos un café. Recordamos una anécdota. Hace muchos años le comentamos que sus hermanos de la Orden reclamaban por su ausencia en los almuerzos comunitarios.... Jaime respondió: “Diles que yo no soy florero; soy pastor y tengo que estar con los fieles.....”.

Final: confesamos que la desaparición del R.P. Jaime nos conmovió, causándonos el mismo dolor que produce la muerte de un hermano, pues con él hicimos muchos viajes pastorales conduciendo un Toyota rojo, con la serenidad de un varón maduro y responsable.

(*) En 1975 fuimos residenciados en el Cantón la Asunta por el gobierno de Hugo Banzer.