Programa de festejos patrios

Al comenzar el mes de agosto, el patriotismo de mi comadre cochabambina la llevó a despertarme cantando con voz emocionada las estrofas sagradas del Himno Nacional en mis orejas y al escuchar los versos que dicen: “¡morir antes que esclavos vivir!” me puse de pie al borde de mi cama en señal de respeto, como lo hacemos todos.

A la conclusión del himno sacrosanto, mi pariente espiritual se encargó de lanzar vítores a Bolivia, a Cochabamba, La Paz, y a Wilstermann y glorias a Bolívar y Sucre. Pasados estos instantes de fervor cívico en pijama, pregunté a mi bienhechora por qué no incluyó entre sus gritos un “viva al presidente Morales”, respondiendo la cholita: “es que el presidente Evo aún no ha pasado a la Historia de Bolivia, permaneciendo aún en la Historia Natural, como todos nosotros”.

Sin embargo del fervor patriótico de la cochabambina, ella no olvidó que nos hallábamos a comienzos de un nuevo mes y sacando unos papeluchos del bolsillo escondido que lleva en sus polleras me recordó que hoy debería pagarle los intereses del préstamo que me concedió en carnavales.

Sorprendido le respondí que no tenía un solo peso porque todavía no había recibido la remesa de mi esposa que vive en España y que yo honraría mis deudas apenas nuestro amigo Rajoy solucionara la crisis que se vive en España.

Mi respuesta no satisfizo a la prestamista de Quillacollo, quien me dijo que no me aprovechara de su fervor patriótico para escamotearle sus dineros, recordándome que la naciente República de Bolivia hizo muchos sacrificios para retribuir a las fuerzas libertadoras de Colombia sus gastos de campaña.

Callé ante la sabiduría económica de mi comadre y le propuse que al iniciarse agosto nos dedicáramos a honrar a nuestra Patria de una manera digna y entusiasta.

La cabal patriota cochala me propuso llevarme a Sucre en mi motocicleta Harley Davidson para asistir a la sesión inaugural del Congreso boliviano en la Casa de la Libertad, cual manda la Constitución.

Tuve que decepcionar a mi comadre, comunicándole que tal actuación no se llevaría a cabo en la capital de Bolivia (Sucre) sino en Oruro, la capital folclórica del país y cuna del presidente Evo, quien dio su primer grito libertario en la aldea de Orinoca.

Ella comenzó a patalear como “gata panza arriba”, tranquilizándola al decirle que ya todo estaba oleado y sacramentado, pues la convocatoria a la Asamblea Legislativa Plurinacional Multicolor y Folclórica ya había sido hecha por su presidente Álvaro García Linera.

Irreductible y altiva, mi comadre insistió en que me conduciría a Sucre, ciudad donde nació la República y que las otras actuaciones las cumpliríamos en Cochabamba, donde ya se palpita la emoción, el fervor y la alegría en honor a la Virgen de Urkupiña. Yo seguiré a Macacha, no por compartir sus ideas ni propósitos sino porque le debo algo de dinero.