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[Rodrigo Burgoa]

La década de oro y los indicadores sociales


Recientemente salió publicado un nuevo informe del Banco Mundial sobre el comportamiento económico de la región. El mismo tiene por título ‘¿Cómo afecta el ciclo económico a los indicadores sociales en América Latina y El Caribe? Cuando los sueños enfrentan la realidad’. A raíz del contenido de dicho informe, las autoridades nacionales resaltaron que Bolivia liderará el crecimiento económico en la región durante el presente año. Pero más allá de esa afirmación, el documento muestra muchos otros elementos que deben ser objeto de análisis.

En primer lugar, es importante aclarar que el pronóstico de crecimiento para la economía boliviana este año es del 4 por ciento, por lo que ocupará el quinto lugar entre los países de América Latina y El Caribe, tras San Cristóbal y Nieves, Panamá, República Dominicana y Guyana. Asimismo, se espera que el siguiente año continúe la desaceleración económica, alcanzando un crecimiento de 3,6 por ciento. De esa manera, en el año 2020 Bolivia ocuparía el undécimo lugar en cuanto a crecimiento en la región.

Otro aspecto importante planteado en el informe es el referente al déficit fiscal. Al respecto, dicha variable se encontrará alrededor del 7 por ciento del PIB. De ese modo, Bolivia se posicionaría como el tercer país con mayor déficit en la región, sólo después de Venezuela y Surinam. Aunque los datos anteriores son importantes para tener una verdadera concepción de la economía boliviana, los mismos no conforman la parte esencial del informe.

Los capítulos medulares del documento ponen énfasis en el análisis de los efectos del ciclo económico sobre los indicadores sociales. Así, se busca conocer si las mejoras de dichos indicadores son definitivas o simplemente circunstanciales. Para comprender mejor este punto, es necesario referirse al concepto de ciclo económico. Se entiende por ciclo a las oscilaciones que una economía enfrenta en el corto plazo, en las cuales resaltan algunas de sus fases como son el auge y la recesión. El auge se dio a lo largo de la década de oro para América Latina -así se denomina al período 2003-2013- que estuvo caracterizado por un alza de los precios de las materias primas. Como resultado de dicha década, los países de la región lograron mostrar un mejor desempeño en sus indicadores sociales. Sin embargo, surge la interrogante de si los niveles alcanzados en el auge se mantendrán en una época de recesión.

Para responder a la anterior pregunta, el informe analiza la mejora de tres indicadores sociales en la década de oro: tasa de desempleo, pobreza monetaria y necesidades básicas insatisfechas. En el caso del desempleo, se encuentra que, para el caso boliviano, casi el 60 por ciento de su varianza se debe al ciclo económico. De igual manera, el 50 por ciento de la variación del indicador de pobreza está explicado por el auge que existió en el período estudiado. En el caso de las necesidades básicas insatisfechas, la situación es diferente; menos del 10 por ciento de su varianza se da por el ciclo económico. Este último indicador es menos sensible a los ciclos debido a que depende de cambios en factores estructurales que son resultado de largos períodos de crecimiento; es decir, la mejora en las necesidades básicas insatisfechas es producto del desempeño económico en las últimas décadas, y no solamente de la última década.

En resumen, tanto la tasa de desempleo como la pobreza monetaria (línea de pobreza) presentaron mejoras debido al auge económico vivido hace algunos años. En ese sentido, una recesión revertiría dichas mejoras. Muchas personas que salieron de la pobreza, volverían a la misma.

Continuando con el análisis referente a la pobreza, el informe también realiza una descomposición de la caída en la tasa de pobreza monetaria durante la década de oro. A través de dicha descomposición, se distingue el efecto causado por el crecimiento económico del efecto producido por la redistribución de ingresos. En el caso boliviano, se encuentra que tan solo el 40 por ciento de la mejora en dicho indicador se debe a la redistribución de ingresos. De esa manera, queda nuevamente evidenciado que la caída de la pobreza en la década de oro se debió al auge económico y no a políticas gubernamentales.

Finalmente, el informe concluye que existen fallas fundamentales en las políticas de redistribución y que debe hacerse esfuerzos para que sean realmente estructurales.

Por lo expuesto y más allá del supuesto ‘campeonato’ de crecimiento económico para el 2019 -afirmación que se desvirtúa, considerando que Bolivia ocupará un quinto lugar en Latinoamérica y El Caribe, o segundo, si sólo se analiza a Sudamérica-, el informe del Banco Mundial permite comprender la situación real de la economía boliviana. El modelo económico boliviano no ha logrado llevar a cabo cambios estructurales, las mejoras de los indicadores sociales se debieron al auge vivido en el período 2003-2013. Lo alarmante es el riesgo que existe de que dichos indicadores sean revertidos tras una eventual recesión económica. Ello significaría que muchas personas que salieron de la pobreza, vuelvan a la misma, con todas las implicaciones que ello conlleva. Sin duda, para evitar tan dramática situación, es necesario elaborar y adoptar un nuevo modelo económico que genere verdaderos cambios positivos estructurales.

El autor es economista y diplomático de carrera.

 
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