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[Rolando Kempff]

Debemos dinamizar el comercio internacional


Las medidas que tuvieron que adoptar casi todos los gobiernos del mundo, para enfrentar las consecuencias del Covid-19, tuvieron graves consecuencias en sus respectivas economías, como la interrupción de gran parte de la actividad productiva, tanto en Asia como Europa, América del Norte y el resto del mundo, y el cierre generalizado de fronteras, remarca un informe de la Cepal.

El aislamiento humano en los países provocó el aumento del desempleo, con la consecuencia de una reducción de la demanda, lo que a su vez llevó al debilitamiento del comercio mundial, porque bajaron tanto la demanda de bienes como la de servicios.

Y todo esto se traduce en que este 2020 el producto mundial tendrá una de sus mayores contracciones desde la Segunda Guerra Mundial. Datos a mayo señalan que el volumen del comercio mundial de bienes se redujo en un 17,7% con respecto a similar período del 2019.

De acuerdo con la Cepal, entre las exportaciones más afectadas están las de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. China tuvo una contracción menor que el promedio mundial, pues tras controlar el brote, reabrió su economía. Y América Latina y el Caribe es la región en desarrollo más afectada por esta crisis.

En este panorama mundial, cuyas consecuencias en el país son conocidas por todos, la Cámara Nacional de Comercio (CNC) ha decidido llevar adelante una activa diplomacia comercial, buscando ampliar y abrir mercados para la producción nacional.

Hace pocos días la CNC llevó a cabo una rueda de negocios de empresarios bolivianos y chilenos, con la finalidad de dinamizar los negocios y las inversiones entre ambos países.

En estos encuentros virtuales a través de una plataforma diseñada para este objetivo, se tuvo la participación de más de un centenar de empresas de ambas naciones. Se trabajó en forma coordinada con ProChile, responsable de la promoción de las exportaciones del país vecino.

En la actualidad el comercio bilateral boliviano-chileno es deficitario para el país. Con datos a 2019 podemos señalar que nuestras exportaciones hacia Chile no llegaron a los 100 millones de dólares, mientras que las compras realizadas por Bolivia del país trasandino superaron los 450 millones de dólares.

Se creará próximamente la Cámara Binacional de Comercio Boliviano-Chilena, integrada por empresarios de gran nivel de los dos países, que tendrá entre sus tareas promover el comercio e instrumentar la diplomacia empresarial para mejorar las relaciones, el intercambio de productos y servicios, y el manejo de puertos.

Como dijimos en un anterior artículo, la diplomacia empresarial en la que estamos empeñados debe contar con la comprometida participación de la Cancillería boliviana. De esta forma podremos abrir paulatinamente las puertas de otros países para las exportaciones bolivianas.

Esta diplomacia no tendrá que descuidar la participación boliviana en los procesos de integración de los que formamos parte. Entre éstos, debemos poner especial atención a nuestra presencia en el Mercosur, la Comunidad Andina y la Unión Europea, pues no podemos estar marginados de grandes mercados, que nos ayuden a promover el crecimiento de nuestra economía.

Varios indicadores económicos nos alertan que estamos próximos a ingresar en un período de deflación, noticia poco alentadora para las empresas, pues la oferta existente no tiene compradores.

Esta realidad debe llevar a las autoridades gubernamentales a aplicar medidas oportunas para reactivar la demanda, venida a menos por la caída de los ingresos de las familias bolivianas, generalmente motivada por la pérdida de empleo del sostén de la familia.

La paulatina reapertura de actividades económicas, como la gastronomía, los espectáculos y otras ayudarán en la reabsorción de mano de obra desocupada.

Entre las acciones orientadas a reactivar la demanda también deben considerarse una adecuada política salarial, integrada a la política laboral, que promueva la creación de más fuentes de trabajo. Debemos insistir en que es responsabilidad de los gobernantes crear las condiciones adecuadas para la creación de empleo digno, con condiciones mínimas que permitan el desarrollo de las habilidades personales, la satisfacción de las necesidades básicas y también el desarrollo humano del trabajador.

En los últimos 13 años Bolivia tuvo una política salarial sumamente expansiva, con efectos nocivos no solo en las economías de las empresas formales, sino que también se constituyó en una de las principales causas de la precarización del empleo, la baja valoración de la formación académica y profesional, además de las crecientes vulnerabilidades que enfrentan los trabajadores de algunos segmentos de la sociedad, como las mujeres y los jóvenes.

Muchos de estos efectos nocivos de los desaciertos económicos del anterior gobierno fueron disimulados por un extraordinario contexto económico externo, que ha permitido sostener las variables macroeconómicas estables, un tipo de cambio sumamente apreciado y, por lo tanto, un ritmo alto de importaciones con precios relativamente bajos. Ahora estamos en un escenario diferente, en el que el consumo de las familias se ha empezado a ralentizar, y el peso de las cargas laborales para las empresas formales es muy alto.

Según la Cepal, se espera que la tasa de desocupación regional se ubique alrededor del 13,5% al cierre de 2020, lo que representa una revisión al alza (2 puntos porcentuales) de la estimación presentada en abril y un incremento de 5,4 puntos porcentuales respecto del valor registrado en 2019(8,1 %). La Cepal proyecta que el número de personas en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones en 2020, con lo que el total de personas en esa condición pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020, cifra que representa el 37,3 % de la población latinoamericana.

El autor es Economista, con doctorado en la Universidad de Salvador de Argentina, Presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Presidente de Fundempresa, Miembro de Número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

 
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