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Generar el cambio o resignarse ante las consecuencias

Rolando Javier Eduardo Garvizu M.

“Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el ultimo pez pescado, solo entonces el hombre descubrirá que el dinero no se come”.

Proverbio Cree, uno de los mayores grupos indígenas del Canadá.

Ya desde la segunda mitad del siglo pasado se viene denunciando la agresión de las actividades del hombre hacia la naturaleza y las consecuencias de éstas en toda la vida en el planeta, incluso la del mismo humano. La gran mayoría de las sociedad vive absorta en un modo de vida consumista, ignorando lo que pasa a su alrededor, solo enfocada en obtener, pero este comportamiento que solo alienta el tener antes que el ser solo beneficia a algunas grandes industrias de pequeños grupos sociales.

Este modo de vida consumista es alentado por diversos medios. Solo como ejemplo podemos señalar que vemos en todo lado la publicidad que incita a consumir uno u otro producto o alimento, difundida por todos los medios posibles.

Este año el mundo fue afectado por el Covid-19 y para reducir los efectos en la población los gobiernos se vieron ante la obligación de tomar diversas medidas de confinamiento. Esta pandemia puso en evidencia muchas falencias presentes en el modo de vida actual de la sociedad y el accionar de los gobiernos, principalmente en temas ambientales, de salud y educación.

Uno pensaría que todas estas restricciones y los problemas presentados durante este período habrían provocado un cambio de actitud en la sociedad, pero lamentablemente se evidencia lo contrario. Tras la liberación de las restricciones, el comportamiento de la sociedad vuelve a ser tan dañino y egoísta como antes de la pandemia.

Como ejemplos comunes podemos mencionar la gran cantidad de residuos generados por las medidas de prevención, como los barbijos y los envases plásticos de los alimentos entregados a domicilio, que van degradando nuevamente diversos ecosistemas. Por otra parte, con justificativos económicos este año nuevamente se registran incendios en diversas partes del país que están extinguiendo la biodiversidad, afectando el suelo, contaminando al agua y disminuyendo la calidad de aire.

Como dice el proverbio Cree antes mencionado, cuando ya no existan recursos naturales, el hombre recién se dará cuenta que el dinero no se come. Como acertadamente señala el economista Kenneth Boulding, “quien crea que en un mundo finito, el crecimiento puede ser infinito, o es un loco o es un economista”. En nuestro país, nuestros gobernantes se basan en una economía extractiva, pero ésta lo único que está ocasionando es que perdamos recursos naturales, degrademos los ecosistemas y dañemos la calidad de vida de la población, beneficiando solo a pocos y condenando a las generaciones futuras.

Por otra parte, un informe reciente de las Naciones Unidas puso en evidencia que hubo un gran fracaso en las llamadas “20 metas de Aichi para la Diversidad Biológica”, compromiso firmado el 2010 en Japón.

Ahora estamos viviendo lo que los científicos conocen como “La sexta gran extinción”, nombre otorgado por que el ritmo de desaparición de la biodiversidad en el planeta, es comparable a las anteriores cinco extinciones registradas en el planeta, las cuales acabaron con casi toda la vida en la tierra.

Gracias a tantos problemas ambientales que el hombre viene generando con sus actividades, estamos al borde de que todos estos problemas comiencen a retroalimentarse ocasionando cambios drásticos en todos los sistemas de soporte vital del planeta, lo que cambiará toda la vida tal y como la conocemos --si nuestra especie sobrevive a estos cambios-- y por ende dejando un insólito futuro para las generaciones venideras.

El informe de Naciones Unidas también menciona que aún nos queda algo de tiempo para evitar esta catástrofe, pero es necesario que los gobiernos tomen acciones YA.

Ahora que nuestro país está por entrar a una etapa de elecciones presidenciales, si se quiere que las generaciones futuras tengan un futuro adecuado y con una buena calidad de vida, el siguiente gobernante debe enfocarse en la protección ambiental y el desarrollo de actividades económicas totalmente amigables con el medio ambiente.

Con las acciones correctas podemos llegar a ser un ejemplo en el cuidado de la madre tierra y buscar un adecuado desarrollo, alejándonos de las técnicas extractivas que ahora nos rigen, aún nos queda un poco de tiempo para realizar el cambio, en caso contrario tendremos que resignarnos ante las consecuencias, en las cuales podremos encontrar nuevas pandemias, sequías, inundaciones y pérdida de capacidad productiva de las tierras agrícolas, solo por mencionar algunas.

Podemos ser la generación que marque la diferencia y le demos un futuro adecuado a las generaciones que están por venir, o podremos ser la cúspide de la destrucción de la vida en el planeta y causantes del sufrimiento de las generaciones futuras. Todo está en nuestras manos.

El autor es Ingeniero en Ecología y Medio Ambiente.

 
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