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¿Cómo proteger la autoría?

Inteligencia artificial capaz de crear arte y literatura



Cuando el robot pinta como Rembrandt.

La inteligencia artificial ya es capaz de crear arte y literatura; sin embargo, no se ha resuelto cómo proteger la autoría de las obras desarrolladas por las máquinas que pueden inventar un retrato inédito al estilo de un maestro, tal es el caso de la pintura presentada como el nuevo Rembrandt.

Hace unas semanas, un tribunal de China concedía a un artículo creado por una máquina operada por inteligencia artificial los mismos derechos de autor que si lo hubiera escrito una persona. Por este motivo, decidió multar a una empresa por usar el texto sin autorización. Según la sentencia, la estructura lógica y el estilo original del texto lo hacía protegible a través del copyright.

No es el único caso de un robot artista. En 2016, un relato titulado “El día que una computadora escribe una novela”, escrito por un software, estuvo cerca de ganar el primer premio de un concurso literario en Japón. El mismo año, un grupo de investigadores y museos de los Países Bajos presentaron “El nuevo Rembrandt”, un retrato inédito pintado por un ordenador capaz de imitar a la perfección el estilo y el claroscuro del maestro barroco.

Hasta ahora, la actividad creativa de las máquinas no había suscitado problemas porque se empleaba para apoyar el trabajo de un humano. Sin embargo, en la medida en que han aprendido a desarrollar por sí mismas obras tan complejas como las artísticas, se plantean un sinfín de interrogantes legales. ¿Quién es el autor: el robot o el humano que lo controla?, ¿debe ser protegido el cuadro o el texto?, ¿qué hacer si alguien lo imita?

Hoy en día, la práctica totalidad de países solo reconocen a los humanos como autores. En España, la ley de propiedad intelectual habla de la “persona natural que crea una obra literaria, artística o científica”. Por lo tanto, al menos de momento, un robot no puede ser titular de los derechos inhe­rentes a una creación. Sin embargo, el acelerón de la inteligencia artificial exige abordar una cuestión jurídicamente muy compleja y con numerosas implicaciones económicas.

El primer paso, según los expertos consultados, es asumir que probablemente no sea suficiente con retocar la ley, sino que hará falta un cambio de enfoque. “Habrá que replantearse algunos axiomas, como que el autor o inventor de una obra solo puede ser una persona física”, afirma José Carlos Erdozain, consejero de Pons IP. En realidad, explica, es un paso más en la evolución natural del derecho: nadie en la antigua Roma hubiera imaginado que un ente abstracto, como una persona jurídica, pudiera tener derechos como el de la propiedad o el honor. Hoy es una realidad indiscutible.(El País.com)

 
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