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[Javier López]

Agricultores altiplánicos solo producen para su subsistencia


Cada día y con más frecuencia tenemos que lamentar la baja producción agropecuaria en todo el país, especialmente en el altiplano y valles, donde la pobreza es cada día mayor, por suelos mal aprovechados, escasez completa de tecnología, falta de asistencia técnica y económica. Debemos recordar que por siglos el altiplano y los valles fueron la fuente alimentaria de casi toda Bolivia, con la producción de carne de llama, alpaca y cuyes, en el campo agrícola con la papa y sus derivados, chuño, tunta, oca, maíz, papa lisa, quinua y otros alimentos introducidos por los españoles, como ganado vacuno, ovinos y trigo. En la actualidad, China y Rusia son las mayores productoras de papa en el mundo.

En la actualidad, si comparamos la producción agrícola, por ejemplo de papa, en los países europeos está sobre las 60 toneladas por hectárea, en Perú está sobre las 40 toneladas por hectárea con variedades europeas y en el altiplano estamos con 5 a 6 toneladas por hectárea. Estas cifras de producción son tan bajas en todos los rubros agrícolas y pecuarios del país. Con la producción de quinua pasa lo mismo. Perú con más de 1.500 kilos por hectárea, Chile ya tiene variedades con más de 3 mil kilos por Ha. Mientras nuestro país apenas alcanza los 800 kilos.

No podemos echar la culpa al agricultor andino o valluno por tener tan baja producción, porque los gobiernos pasados y el actual han olvidado o desconocen completamente la situación económica y técnica de los agricultores. Sin considerar que el productor altiplánico cada cinco años pierde uno por efecto de las lluvias, sequía, granizo, heladas y a veces enfermedades. El poblador altiplánico en la actualidad en su mayoría ve como expectativa de vida ir a poblar los barrios periféricos de las ciudades para convertirse en jornalero y al último se ve obligado a exilarse para convertirse en comerciante, contrabandista, albañil o hacer cualquier otra actividad que le rinda unos pocos pesos para sobrellevar la vida.

Podemos indicar entre las primeras causas, la inexistencia de fábricas nacionales, somos testigos de cómo ha desaparecido casi toda la industria textil, antes había fábricas como Soligno, Forno, Hilbo y muchas otras que se dedicaban a la producción de telas con lana ovina. Fabricas como Ferrari Ghessi, Figliozzi y muchas otras más han desaparecido, lo mismo sucedió en varios campos industriales. Hoy ya ni ovejas se ve en el altiplano boliviano, salvo en el departamento de Oruro. Conversando con un agricultor del altiplano, por la casi inexistencia de ovejas, él se río y me dijo que ya ni existen burros, que han sido desplazados por los vehículos truchos.

Otro aspecto fundamental es la introducción de productos agrícolas y pecuarios de países vecinos, que en calidad y precios no tienen competencia con la producción nacional.

Hace más de 50 años, como efecto del Plan Bohan, se recomendaba a nuestro país la creación de Centros de Investigación Agropecuaria, para colaborar con asistencia técnica moderna a los campesinos, por lo que fueron creadas varias Estaciones Experimentales Agropecuarias en la zona altiplánica, valles y el trópico del país. A la fecha han desparecido casi todas, salvándose la de Saavedra en Santa Cruz y Toralapa en Cochabamba. El primero gracias a los agricultores cruceños, que no permitieron su desaparición, por considerarla una herramienta básica para el desarrollo de la agricultura. Y el segundo se salvó porque quedó en manos de la Fundación Valles, entidad que fue sostenida por USAID hasta hace unos pocos años.

La ausencia de Centros de Investigación determina que el país no pueda capacitar ni especializar los técnicos agrónomos que se forman en las facultades de Ingeniería agropecuaria. Así como los médicos egresados de las Facultades de Medicina requieren especializarse en hospitales, los agrónomos también requieren de Centros Agrícolas para especializarse.

La investigación agrícola es internacional, los principales rubros tienen centros de referencia mundial, por ejemplo los cereales menores tienen como centro de referencia el CIMMYT, localizado en México; la papa, el Centro de la Papa ,CIP localizado en Perú; para el arroz el centro está localizado en Filipinas y el Centro de cacao está localizado en Tabasco, México.

El CIMMYT cada año enviaba a la Estación Agrícola de Belén una colección de casi mil variedades de trigo, cebada, avena y centeno en bolsitas para sembrar un metro lineal de cada variedad. El especialista en cereales estudiaba el comportamiento de las mismas, posiblemente el final de la cosecha se perdía más de un noventa por ciento, pero el diez por ciento restante mostraba su adaptación al medio. Esta semilla el subsiguiente año era sembrada en una superficie mayor y otro diez o veinte por ciento cumplía con los objetivos de buena producción en el medio. Al tercer año ya se hacía pruebas de campo en otras áreas y si el buen comportamiento se mantenía, la Estación Experimental de Belén podía entregar a los campesinos una nueva variedad.

Este procedimiento era para todas las variedades agrícolas y los Centros de Investigación de acuerdo con su especialidad en la búsqueda de nuevas variedades resistentes al clima y a las enfermedades. Como casi ya no existen centros de investigación, Bolivia ha quedado fuera del programa mundial.

Volviendo a las necesidades del agricultor altiplánico o valluno, este sector requiere superar su producción y solo será posible si recibe asistencia técnica y económica permanente a través de nuevas semillas o variedades de mayor producción. Requiere asistencia en el manejo del agua con nuevas técnicas, requiere insumos para combatir enfermedades y plagas. En caso contrario, seguiremos viviendo de la producción agropecuaria de los países vecinos.

El gobierno del MAS creó el Instituto de Nacional de Investigación Agrícola y Forestal (INIAF), entidad que se dedicó a editar cartillas de lujo, con datos externos, porque sus funcionarios no podían obtener información verídica y real de nuestra producción nacional y sus problemas, porque no trabajaban en el campo, ante la falta de centros agrícolas. Pura farsa.

La formación de un investigador toma bastante tiempo y no se puede considerar como investigadores a personas no profesionales, como pasó en el gobierno del MAS, cuando un representante sindical o un representante de barrio o sindical, sin ninguna profesión asumieran ministerios o gerencias de empresas del Estado. Por eso la creación de plantas industriales, con grandes inversiones, sin estudios de pre-inversión, fue un fracaso, citemos al ingenio de San Buenaventura, la fábrica de hilados de llama, la fábrica de papel, la fábrica de urea y otras más que son conocidas como “elefantes blancos”.

Es necesaria una restructuración de los ministerios que apoyan la Producción Agropecuaria.

Para no continuar con esta triste realidad, el Gobierno debe crear una División de Investigación Agropecuaria, que tenga como objetivo principal la creación de Centros de Investigación en cada región del país. Solo así podremos saber cómo mejorar la producción agrícola pecuaria; una de las principales funciones es recolectar y conservar el material genético único en el mundo. Por ejemplo, el Centro de Investigaciones Fitoecogéneticas de Pairumani, Cochabamba, recopiló más de mil muestras de maíz. La Estación Agrícola de Patacamaya recolectó más de 900 variedades de quinua y la Estación Experimental de Belén contaba con un Banco de Papa con más de 450 variedades. Esa es una verdadera riqueza, porque a futuro permite mejorar y seleccionar las mejores variedades resistentes a enfermedades, sequías y, sobre todo, elevar la producción.

Bolivia hasta la fecha nada hizo por preservar el cacao, el maní, pese a ser centro de origen de estas especies y muchas otras especies nativas. Tampoco cuenta con un centro de preservación de especies forestales, como mara, roble, cedro, palo morado y otras muchas especies arbóreas de gran valor económico.

Como referencia, en la Argentina el INTA apoya a toda su producción agropecuaria, Brasil cuenta con Embrapa, así cada país tiene entidades que le permiten la formación de profesionales, crear sus bancos de semillas, prestar asistencia técnica a sus agricultores, hacer campañas a nivel regional sobre vacunaciones y control de parásitos y enfermedades. Podemos indicar que España, que es del tamaño del departamento de Santa Cruz, tiene en su territorio 60 centros de investigación agropecuaria.

El autor es Ing. MSc.

 
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