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Latinoamerica

Buscan nuevas habilidades para trabajar en la economía digital


Muchos países latinoamericanos, como Costa Rica, no están supliendo la demanda, en cantidad y calidad, de profesionales con las habilidades requeridas para trabajar y emprender en la economía digital.

La apuesta de Costa Rica por los bootcamps de programación como estrategia para acelerar y transformar la formación de talento, es un ejemplo para la región.

Costa Rica es considerada una de las economías más exitosas de América Latina y el Caribe (ALC). Su tasa de crecimiento del PIB ha estado por encima del promedio de la región en los últimos 50 años y es hoy uno de los países más competitivos, según el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial. Además, ocupa el primer lugar en ALC en exportación de servicios de valor agregado y en sofisticación de los procesos de producción, de acuerdo a una reciente publicación del BID. Gran parte de estos resultados se han debido a la alta calificación del capital humano local.

La propuesta ya se hizo por parte de profesionales en el país, de convertir as Cochabamba en un centro tecnológico de exportación de servicios, y en otras regiones del país también.

Las universidades están involucradas en el proceso, así como empresas que buscan profesionales adecuados a su demanda.

El artículo del BID señala que hay muchos otros países en la región que están en el mismo camino, pero también sostiene que el país centroamericano no está exento de factores como la competencia global, las transformaciones en las cadenas globales de valor y el cambio tecnológico acelerado, entre otros.

Todo eso viene produciendo cambios en los mercados laborales y en el tipo de habilidades requeridas para ser exitosos hoy en la cuarta revolución industrial. Si bien el país asigna 7,3 % del PIB a educación y se posiciona en segundo lugar en ALC en el Índice de Talento Global, existen brechas de talento cada vez más crecientes. En comparación con los países de la OCDE, Costa Rica se ubica en una de las posiciones más bajas respecto a las habilidades digitales de los estudiantes.

En cuanto a innovación, la falta de capital humano es uno de los principales retos. Solo un 14,5 % de los investigadores se dedica a las ingenierías y tecnologías versus el 30 % dedicado a ciencias sociales. Adicionalmente, la inversión costarricense en I+D con respecto al PIB fue de 0,39 % en 2018, cuando el promedio en ALC es de 0,64 %.

Esas brechas obstaculizan la apuesta del país por mantener y generar nuevas inversiones de alto valor agregado, así como amenazan la disponibilidad de personal calificado para los empleos del presente y del futuro con alto contenido tecnológico.

Sumado a ello, se ha visto que el actual sistema educativo formal (primaria, secundaria y educación superior) no cuenta con la capacidad para suplir el volumen de profesionales requeridos. El mercado laboral actual demanda profesionales en áreas de informática e ingenierías a nivel superior y sobre todo técnicos. Según una encuesta de Manpower de 2018, el 35% de los empresarios indicó que experimenta dificultades para encontrar personal con habilidades tecnológicas y digitales, y asocian la escasez de talento en estos campos a: la falta de experiencia de los candidatos (23%), la escasez de habilidades técnicas (30%), la falta de candidatos (20%) y la falta de habilidades profesionales (5%).

Entonces, ¿cómo incentivamos la formación de habilidades en las áreas de mayor demanda con la pertinencia y velocidad requeridas?

Nuevas modalidades

de formación

La respuesta tiene que ir más allá de la educación formal. Un esfuerzo grande debe enfocarse en la formación continua, vocacional, a distancia, y con un enfoque de aprendizaje a lo largo de la vida (lifelong learning), ya que las destrezas demandadas no van a permanecer estáticas, sino que cambiarán a lo largo de la vida de los estudiantes y trabajadores. Y esta respuesta deberá incluir modalidades disruptivas y no tradicionales que la propia tecnología digital está creando para aprender de forma novedosa, flexible, accesible y en periodos de más corta duración (menos de un año), como los MOOC (massive open online courses), los nanodiplomas o los bootcamps de programación, concluye el artículo.

 
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