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Economía y coronavirus

Siete emprendimientos que se reinventaron en Latinoamérica

> Gobiernos de algunos países de Latinoamérica han empezado a anunciar medidas de auxilio para las pequeñas y medianas empresas (pymes) en medio de cuarentenas y de una paralización de la actividad


UNA FIESTA POR ZOOM DE SEGO.
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La aplastante realidad de la pandemia del coronavirus, con sus estrepitosas consecuencias económicas, ha llevado a muchos negocios a cerrar o, en el mejor de los casos, a replantearse su estructura.

El panorama es desolador: la proyección es que la economía de la región, incluido el Caribe, se contraerá un 5,2%, según estima el Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Las pequeñas y medianas empresas que dependen de las ventas diarias y tienen escasas o nulas reservas de liquidez también pueden verse sometidas a un grave estrés financiero y es posible que tengan que despedir trabajadores”, describió un informe publicado el 9 de abril por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Pero las pymes pueden ser también “parte de la solución para salvar vidas”, señala en el blog del BID el consultor Nicolás Cañete.

“Estas empresas tienen un papel clave en la provisión de productos y servicios esenciales para la población durante la crisis”, añadió.

En BBC Mundo reunimos las historias de 7 pymes en diferentes países de Latinoamérica que, forzados por la pandemia, se reinventaron y han logrado no solo sobrevivir, sino crecer.

DISCOTECA

EN LÍNEA

Una fiesta en la que hay 500 personas, un dj, bailarinas y un animador. Todo por Zoom.

El colombiano Sebastián González lleva 10 años “creando experiencias” en el sector del entretenimiento en Bogotá y su empresa es socia de un grupo empresarial que tiene varias discotecas en la ciudad, señaló a BBC Mundo.

Consciente de que la reapertura de discotecas y bares no se vislumbra en el futuro cercano por causa de la pandemia, a González se le ocurrió crear fiestas por Zoom, la herramienta de videoconferencia que ha catapultado su popularidad en los últimos meses. Cuando empezó, a finales de marzo, eran gratuitas y entraron hasta 500 personas.

En las fiestas más recientes, se cobra una entrada de US$5 o COP10.000 a los hombres y las mujeres entran gratis, una estrategia de mercadeo utilizada comúnmente en las discotecas.

“Entendimos que hay mucha gente sola en su casa que está buscando una opción de entretenimiento y de pasar el tiempo”, dijo.

La “promesa de valor” es que los asistentes hagan nuevos amigos, algo que ya ha sucedido, pues algunos quedan conectados por WhatsApp y mantienen la comunicación, manifestó.

Además, las fiestas han despertado el interés de gerentes de marca de algunas licoreras, que han empezado a desarrollar con González estrategias para promocionar la venta de sus productos.

¿Cómo se ha enterado la gente de esta iniciativa? González indicó que el boca a boca ha sido clave, pero también han invertido en publicidad a través de Facebook e Instagram.

“No sabemos cómo, pero a las fiestas empezaron a llegar norteamericanos y alemanes”, apuntó sobre un fenómeno que le ha tomado por sorpresa y que ahora ve como una oportunidad.

“Ya no pensamos en local, sino que a nivel mundial podríamos hacer conexiones bien interesantes”, dijo.

En comparación con una fiesta presencial, el gasto es además mucho menor. “No inviertes más de US$300 en una gran noche. Mientras que abrir una disco para 800 personas tiene costos fijos de unos US$8.000”, explicó. (BBC Mundo)

FRUTAS Y VERDURAS EN ALTA DEMANDA

Natalia Peris lleva tres años a cargo, junto a su socia, de una tienda de barrio llamada “La Trocha” en el centro de Bogotá que comercializa principalmente alimentos y envasados orgánicos de pequeños productores y artesanos locales.

Acostumbrada a trabajar en una tienda de atención al público de lunes a sábado, la implementación de la cuarentena le preocupó.

“Decidimos cerrar las puertas y seguir funcionando de puertas para adentro solamente con domicilios y entrega personal a los vecinos que pudieran pasar a recoger la compra”, explicó.

Se vieron obligadas, además, a cambiar su operación. Ahora trabajarían solo lunes, miércoles y viernes en la tienda preparando las entregas y los demás días recibirían los pedidos y se organizarían con las fincas y los productores.

“No teníamos ningún sistema de domicilios organizados, así que tuvimos que movernos a encontrar un servicio de bicimensajería”, expuso Peris.

La acogida hacia su negocio empezó a incrementarse y llegaron más pedidos.

“Nuestras ventas han subido tres veces lo que eran. Ha pasado de ser un negocio que se mantenía como podía poco a poco a vernos por primera vez con un volumen de ventas que, por suerte, conseguimos manejar”, describió.

En Bogotá, las entregas a domicilio son parte del ADN de la ciudad, por lo que también es posible hacer órdenes a supermercados grandes, pero Peris advierte que en tiempos de pandemias algunas han presentado retrasos con las entregas y eso ha representado una oportunidad para empresas más pequeñas como la suya.

“Es bonito ver que mucha gente ha decidido irse por el lado de la comida orgánica y que ha visto esto como un buen momento para apoyar al campo”, añadió.

La restructuración y el rápido crecimiento hicieron que contrataran a dos personas más.

Las redes sociales, además, han sido sus grandes aliadas ahora. En el pasado “las teníamos muy abandonadas”, dijo y agregó: “Ahora soy una especie de ejecutiva campesina: me paso todo el día delante del teléfono y del computador tomando pedidos”.

De establecer esto como la “nueva normalidad” en su negocio, Peris considera que puede funcionar, pero afirma que su actividad es “muy de barrio” y espera que se quede así.

“Es un punto de encuentro de los vecinos, que vienen a charlar, a contarnos cómo están”, dijo.

 
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